El apretón de manos entre Jim Hackett y Herbert Diess en Detroit trasciende el acuerdo entre Ford y Volkswagen. La foto de los máximos directivos de los dos fabricantes de automóviles que han aparcado su competencia para buscar la cooperación es un ejemplo de los nuevos impulsos a las alianzas en el sector de automoción en el momento actual.
Vuelve la concentración en la industria del automóvil, si es que se había ido alguna vez. Mirando el mapa de marcas de automóviles y grupos fabricantes que había hace unas décadas y comparándolo con el actual se pueden apreciar la fuerza que ha tenido la tendencia a la concentración empresarial en el sector. Los mayores avances en esa tendencia a las fusiones, adquisiciones y alianzas se han producido en los periodos de vacas flacas o de gran exigencia como que el afrontan los fabricantes a partir de ahora.
Hackett y Diess centran la primera fase de su acuerdo en los vehículos comerciales, pero dejan para un segundo capítulo la cooperación en la carrera por controlar las nuevas tecnologías del coche conectado, eléctrico y autónomo. Ambos grupos saben que tienen muy difícil afrontar por sí solos las costosas inversiones para transformar su modelo de negocio. Y eso que estamos hablando de un grupo como el alemán, que es el segundo más importante del mundo a muy poca distancia de Renault Nissan Mitsubishi, y de una marca norteamericana que domina el mercado de EEUU.
La cara menos amable de las alianzas
Pero los acuerdos no son solo entre compañías automovilísticas, sino que proliferan también las operaciones para aliarse con las empresas expertas en la tecnología necesaria para los nuevos coches inteligentes hiperconectados. Los fabricantes de vehículos llaman a la puerta de los gigantes tecnológicos, que en muchos casos ya valen más que las viejas empresas industriales.
Sin embargo, los acuerdos para compartir los cuantiosos costes del I+D o para tener socios tecnológicos tendrán probablemente una cara menos amable que la de los apretones de manos. El ahorro de costes pasa, también, por la reducción de plantilla en puestos que se puedan automatizar o suprimir al compartir fábricas entre grupos.