La falta de chips en todo el mundo ya no es una amenaza, es una pesadilla muy real para la industria de automoción. Además, ha llegado en el peor momento, cuando estamos saliendo de pandemia y necesitamos activar el turbo de la economía mundial. La magnitud del problema obliga a actuar para buscar soluciones a corto y largo plazo con iniciativas que se echan de menos en muchos casos. En esa coyuntura, algunos países y algunas compañías están tomando ventaja. Un ejemplo claro es Alemania, que acaba de inaugurar una planta de chips del proveedor alemán Bosch y negocia la construcción de una megafactoría de microprocesadores del gigante estadounidense Intel.
El ministro de Economía del Estado de Baviera, Hubert Aiwanger, lo ha visto claro. "La posible ubicación de un gran fabricante internacional de semiconductores en Baviera es una oportunidad excepcional", ha asegurado para justificar las negociaciones en marcha con Intel para ubicar en ese territorio la fábrica de microchips que quiere abrir en los próximos años para abastecer la industria europea.
Una antigua base militar
El Land de Baviera ya ha ofrecido unos terrenos bien situados a Intel, una antigua base aérea muy cercana a la fábrica de BMW en Múnich, un grupo que está plenamente enfocado en el lanzamiento de nuevos modelos eléctricos 'premium' en los que resulta más fácil y rentable sustituir el motor de combustión interna por uno eléctrico propulsado por baterías de altas prestaciones. Y todo ello, por supuesto, con un elevado grado de conectividad y con funciones avanzadas en el camino hacia el coche autónomo.
Semiconductores y baterías se están convirtiendo ya en elementos preciados en la nueva generación de vehículos electrificados e inteligentes, lo que abre un mercado que Intel ha identificado perfectamente, aunque reclama que 8.000 millones de los fondos europeos de reactivación económica vayan a parar a poner en marcha su proyecto de megafactoría.
Al igual que sucede con los proyectos de baterías, en los microchips es imprescindible una coordinación de la Unión Europea, que ya ha dado pasos para crear una alianza de semiconductores que incluya STMicroelectronics, NXP, Infineon y ASML para reducir la dependencia de los fabricantes de chips extranjeros en respuesta a los problemas que están golpeando las fábricas de proveedores y fabricantes de vehículos.
Central de compra de chips
En esa estrategia, el Gobierno español también reivindica el papel del país para atraer esa capacidad de producción de chips vinculada a la industria de automoción local como segundo productor europeo de vehículos. Como siempre que se trata de decisiones estratégicas y de calado, España tendrá que superar el importante hándicap que supone no tener poder de decisión en los consejos de administración de multinacionales extranjeras donde se deciden esas inversiones.
Bosch ya vio la jugada con anticipación, lo que le ha permitido inaugurar su planta de microchips en plena crisis de escasez de este componente electrónico. Los proyectos de Intel y del resto de empresas de los que se están poniendo ahora las bases tardarán años en convertirse en realidad.
Mientras tanto, la industria de automoción y sus trabajadores deberían tener más visión estratégica y evitar la competencia en negociar contratos con los productores asiáticos desbordados y sabedores que tienen la sartén por el mango. Por ello resultaría más eficiente buscar alianzas en el corto plazo de fabricantes de automóviles para imponer su capacidad de compra como arma para llevarse el gato al agua en el suministro de semiconductores frente a otras industrias como la electrónica.