El Salón del Automóvil de Ginebra ha tirado la toalla y ha anunciado su desaparición tras un fallido intento de aguantar el tipo en marzo pasado. El veterano evento, uno de los decanos del sector, acaba una andadura de 119 años dando un portazo y un aviso a otros salones del automóvil, aunque sin ninguna autocrítica.
Cuando arrancó la primera edición del Salon International de l’Automobile en 1905 los coches se encontraban en plena transición hacia la popularización de la nueva forma de movilidad. Al calor de esa ampliación del alcance del automóvil y de la industria asociada nacieron los primeros eventos en los que se exhibían los nuevos modelos disponibles en un mercado incipiente. El Salón de Ginebra supo encontrar un hueco que hacía gala de la consabida neutralidad de Suiza frente a las grandes potencias europeas de la producción de vehículos. Sin embargo, esa neutralidad le ha salido cara ahora.
Disolución formal del Salón de Ginebra
Sin embargo, el alegato final de los organizadores del salón ginebrino lanza algunos dardos tanto a los fabricantes de automóviles por haber dejado caer el centenario evento y hacia otros salones. “La pérdida de interés mostrada por los fabricantes en el Salón de Ginebra en un contexto complicado de la industria, la competencia de los salones de París y Múnich favorecidos por su industria doméstica y los niveles de inversión requeridos para mantener un espectáculo como este, suena como el suspiro final para una futura edición”, aseguró Alexandre de Senarclens, presidente del comité permanente de la fundación del Salón del Automóvil de Ginebra.
Ese organismo organizador de la muestra de Ginebra será disuelto debido a la decisión de poner punto y final a la feria automovilística de la ciudad suiza ante la constatación de que “las condiciones de mercado en Europa no conducen al éxito de futuras ediciones”.
El mensaje lanzado por los organizadores de Ginebra suena como una advertencia para otros salones, que sufren dificultades similares a las del evento suizo por la reticencia de las marcas a hacer grandes desembolsos para exponer sus modelos en un formato que muchos consideran como obsoleto en estos momentos y que requiere de cambios. El último Salón de Ginebra solo atrajo a las marcas Renault, Dacia y Alpine, del mismo grupo, junto a varias marcas chinas competidoras y otras firmas como proveedores y fabricantes de otros tipo de vehículos. Fue lo el directivo de la organización califica como la “determinación por revivir este salón del motor después de la pandemia de covid”.
Tensión entre Ginebra y las marcas
En los esfuerzos de la organización por intentar impedir el cese del Salón de Ginebra no se incluyeron medidas de flexibilidad hacia las marcas de vehículos, que lamentan que se les quisiera cobrar la misma cantidad elevada por alquilar los espacios en el recinto ferial. Además llovía sobre mojado puesto que muchas marcas tenían todavía la espina clavada del agujero económico provocado por la cancelación de la edición de 2020 solo tres días antes de la apertura de puertas por la pandemia. Esas inversiones no se llegaron a recuperar ni compensar por lo que algunos directivos del sector consideran como excesiva rigidez y que tensó la relación de la organización del salón con las marcas.
Además, el formato del salón ginebrino apenas cambió a diferencia de lo que sucede en París, Múnich y Barcelona, que buscan nuevos contenidos de movilidad y de implicación de las ciudades. Entre las innovaciones recientes se encuentra el nuevo Madrid Experience, un intento de Madrid de recuperar su salón desaparecido con otro enfoque más práctico y centrado en los usuarios, y también la muestra de Bruselas, convertida ahora en una especie de pasarela de vehículos a ritmo de discoteca.
El legado del Salón del Automóvil de Ginebra se traslada a Qatar, que celebrará en 2025 la segunda edición de la muestra coorganizada por el equipo de la ciudad suiza “en un contexto más favorable”. Tras 119 años de historia, el Salón de Ginebra queda para los libros de historia como el evento capital del motor en Europa que congregaba hasta 120 marcas, 10.000 periodistas y 600.000 visitantes.