El Salón Automobile Barcelona ha vuelto a abrir sus puertas, aunque sea en su tercera oportunidad después de sucesivos aplazamientos. El público también ha vuelto al tradicional evento del motor, que, aunque tiene menos marcas que en anteriores ediciones, es otro síntoma de la vuelta a lo más cercano que tenemos a la normalidad. Fira de Barcelona quiere ilusionar a los barceloneses para que vuelvan a los pabellones y para que vuelvan a comprar coches. El reto, ahora, lo tienen los numerosos comerciales de los concesionarios que destinan al salón las 23 marcas presentes, que afrontan una misión casi imposible.
Esa fuerza comercial tiene a los verdaderos héroes de esta edición número 41 del salón en sus 102 años de historia. La coyuntura actual del mercado automovilístico es una de las más complicadas en todo ese periodo, con un desplome de las ventas por causas ajenas al sector. Primero fue la súbita pandemia de coronavirus y los confinamientos de la población y, en los últimos meses, los parones forzados de las fábricas al no llegar componentes que integran chips. El principal problema ahora es el desajuste de una oferta de vehículos a la baja con una demanda al alza.
A más stock, más comerciales
El Salón del Automóvil de Barcelona mantiene este año su tradicional vocación comercial, aunque con algunas peculiaridades. En esta edición es mucho más significativo comprobar los espacios habilitados para que los comerciales atiendan a los clientes. Las marcas menos afectadas por la escasez de microchips son las que cuentan con más mesas para cerrar ventas "con entrega inmediata", tal como presume Eduardo Divar, responsable de Kia en España. Esta es una de las marcas que más sube tanto en España como en Europa gracias a su disponibilidad de stock. Junto a ella se encuentra la marca madre del mismo grupo Hyundai y las japonesas Suzuki y Honda. EnFord también aspiran a vender coches en el salón con una amplia presencia de comerciales de su red de concesionarios de la provincia de Barcelona.
En cambio, los estands de otras marcas occidentales han optado por tener menos comerciales en un momento en el que ven cómo pierden cuota de mercado al estar frenados por no disponer de coches suficientes y acumular una lista de espera para recibir el vehículo comprado de varios meses o incluso un año en algún modelo. Por ello, algunos comerciales se conformarán con recibir reservas o pedidos más que cerrar compras porque pocas veces ha tenido tanto valor la rapidez en la entrega de un coche.
Comprar o reservar un coche
"Poder comprar el coche y reservarlo es un acto de ilusión. Si alguien tiene que esperar un poco más de tiempo seguramente no será un obstáculo", aseguró Ricard Zapatero, director de negocio internacional de Fira de Barcelona, en un encuentro organizado por Coche Global y Metyis en el contexto del Barómetro Auto Mobility Trends.
En el mismo foro, José Vicente de los Mozos, presidente de Anfac y de Renault Iberia, advertía de las tendencias de fondo que también afectan al mercado. "Al cliente lo estamos volviendo loco. Hay que decirle que un coche que cumple con la normativa se puede comprar sin ningún problema porque todos son de bajas emisiones". "A partir de ahí -añade- depende de la movilidad. El coche eléctrico es una solución para la ciudad, pero si quieres hacer una gran distancia y también en ciudad tienes los híbridos enchufables. Luego están híbridos (no enchufables) que reducen las emisiones y los de gasolina y diésel de bajas emisiones que el cliente se puede comprar sin ningún problema".
Dar esas explicaciones es también tarea de los comerciales en Automobile Barcelona, aunque es difícil encontrar turismos en el salón que no sean electrificados.