Si algo se ha ido evidenciando en estos últimos años es que la automoción en España (y en el resto del mundo) ha pasado de ser un mercado, por sí mismo, a convertirse en parte de un entramado de mercados y sectores que se entrelazan y van más allá del concepto de la movilidad y el transporte, ampliando su horizonte a la eficiencia energética y la electrificación.
Artículo publicado en la revista del Barómetro Auto Mobility Trends
La llegada del vehículo eléctrico ha marcado esta tendencia, pues es el único sistema de propulsión capaz de interactuar con la red para impulsar las energías renovables, la generación distribuida y el almacenamiento energético, algo que en España cobra mayor interés, habida cuenta de la dependencia tan absoluta que tenemos de terceros países en la compra de combustibles fósiles, de nuestra capacidad para generar nuestra propia energía, renovable y limpia, para alimentar edificación, industria y movilidad.
Esto cobra mayor importancia, a la vista de cómo evoluciona la geopolítica hacia bloques cada vez más enfrentados, donde han resurgido los Estados con economías emergentes integrados en los BRICS, que tratan de posicionarse frente a la hegemonía tradicional de Estados Unidos, y cuando la Unión Europea se está quedando rezagada con respecto a otras zonas del mundo, con un PIB que suponía el 25,84% a nivel mundial en 1980, y que en la actualidad representa el 14,17%.
Todas las variables de la electrificación
Electrificar todo el parque de vehículos ligeros de hoy, en España, y con la misma cantidad de kilómetros que se recorren, representaría aproximadamente un consumo energético equivalente de 75 TWh. Quizás, este dato no tenga sentido para muchos lectores, pero para tratar de clarificarlo, la demanda eléctrica en la década entre 1997 y 2007 creció un 60 % e implicó un consumo de 100 TWh, que es un 25 % más y no supuso desafío alguno.
Por otro lado, cuando el parque actual de vehículos ligeros y pesados en España consume el equivalente a 330 TWh, electrificar ese parque en su totalidad consumiría un estimado de 130 TWh, aproximadamente 3 veces menos. Estos datos tienen unas profundas implicaciones y demuestran que la automoción del futuro no puede abordarse desde un único prisma, ya sea industrial, económico, social, medioambiental o energético, sino teniendo en cuenta todas las variables y el objetivo al que, como país, nos dirigimos.
Electrificar la economía y la automoción son estrategias irrenunciables en Europa y dentro de ella, en España, para poder abordar los desafíos de presente y futuro.