Las acciones de Tesla han sufrido un batacazo del 15% durante la última semana. En este caso, las declaraciones de Elon Musk mostrando sus temores a una crisis que impacte en el sector del automóvil han sido decisivas para sembrar el pesimismo. Aunque Musk tiene una larga trayectoria de meteduras de pata debido a su verborrea, en este caso quizá no ha sido tan osado al lanzar una advertencia de tal calibre.
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La profecía de Elon Musk, parafraseando a Nostradamus, tiene una doble cara puesto que, en clave interna, supone una justificación para frenar un poco la marcha de Tesla en su expansión en un momento de caída de una alta rentabilidad a la que se habían acostumbrado los inversores.
Profecía de Elon Musk
"Queremos entender cómo está la economía global antes de ir a toda marcha con la planta de México. Estoy preocupado por el panorama de elevados intereses en el que estamos", dijo el emprendedor, que recordó las "cicatrices de lo sucedido en 2009, cuando General Motors y Chrysler casi van a la bancarrota".
Aunque Elon Musk es más ingeniero que economista, es evidente que ha hecho un máster en el nuevo mercado de los vehículos eléctricos, sobre el que ejerce su dominio con recortes de precios en sus vehículos para acercarlos a la clase media y competir así con los nuevos rivales que proliferan.
El parón en la escalada de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo parece no convencer al CEO de Tesla. De hecho, las autoridades monetarias ya han advertido de que no pueden garantizar que no haya nuevos incrementos del precio del dinero si la inflación persiste en niveles altos. En el mejor de los escenarios, tendremos que convivir con los actuales tipos de interés caros durante una temporada bastante larga, con el riesgo de cronificación.
Bajada del consumo
Todos los estudios económicos muestran un empeoramiento de las previsiones, aunque sin que se vean crisis catastróficas en el horizonte. Pero sí que habrá una ralentización del crecimiento económico, de la actividad productiva y del consumo, tanto el privado como el público ante la vuelta a la disciplina fiscal para poner a raya el endeudamiento durante la pandemia y los años posteriores.
El último pronóstico procede de la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas), que ha elevado dos décimas sus previsiones de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) español en 2023, hasta el 2,4%, gracias al impulso de los dos primeros trimestres del año, pero ha recortado una décima sus estimaciones para 2024, hasta el 1,5%, como consecuencia de un entorno internacional "más incierto" y la moderación de la demanda interna.
Previsiones bajo la incertidumbre
"Observamos que la economía española está aguantando bastante bien la situación económica internacional. Estos trimestres pasados hemos crecido más que la mayoría de los países europeos, aunque no somos inmunes a la evolución de la economía. Igual que los países vecinos, nos encaminamos a una desaceleración", alertó el director general de Funcas, Carlos Ocaña. La desaceleración de la economía se observa desde el verano como consecuencia del impacto de la subida de tipos de interés, del enfriamiento de Europa y en menor medida por una moderación del consumo público.
Pero si una cosa hemos aprendido con la pandemia y los efectos colaterales posteriores es que nadie tiene la bola de cristal, ni siquiera Nostradamus ni Elon Musk ni tampoco los máximos responsables de la política económica, tal como ha reconocido Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal de EEUU. "Hacer demasiado poco -aseguró- podría permitir que una inflación por encima del objetivo se enquiste y, en última instancia, exija que la política monetaria extraiga de la economía esa inflación persistente con un elevado coste para el empleo", pero "hacer demasiado podría perjudicar innecesariamente a la economía". He ahí la cuestión.