Los italianos no inventaron el automóvil, ni las carreras ni los circuitos, pero en Italia alcanzaron sus máximas cotas de pasión y sofisticación en el siglo XX. Este es, seguramente, el país en el que el automóvil despierta más entusiasmo (con permiso del fútbol y la moda) y donde se veneran más reliquias del pasado por metro cuadrado.
Os propongo un recorrido, en las rutas en bikini de este verano, que arranca en la región más industrial, el Piamonte y recorre parte del norte y centro de la península itálica hasta la Toscana, con paradas en algunos de los más importantes santuarios del automóvil. En todos sería imposible, solo los más importantes o emblemáticos porque en casi todos los pueblos italianos hay algo que recuerda un acontecimiento, un hito, una fábrica ya desaparecida o un vestigio de los orígenes de la historia del automóvil.
Turín y el Mauto
Arrancar en Turín (Torino), el lugar donde nació la industria italiana, la Fiat, la Lancia, el vermut y las zapatillas Superga. Fue la última capital del reino de Italia y mantiene, además del palacio que lo atestigua, un estilo de ciudad señorial y sofisticada con grandes plazas, avenidas porticadas y majestuosos palacios. Aquí está el museo egipcio más importante de Europa, y el segundo del mundo tras el de El Cairo, la Juve y un curioso museo del cine que se ubica en la Mole Antonelliana, una torre del siglo XIX que domina la ciudad con su elegante y espigada aguja.
Para nosotros el más importante es el Museo Nazionalle dell’Automobile (MAUTO), un verdadero parque temático del automóvil, que muestra de una forma muy atractiva, interactiva y formativa su historia, los avances tecnológicos y su evolución. Nació en 1932, es uno de los más antiguos del mundo, y se reconstruyó completamente en 2011. Ocupa más de 20.000 metros cuadrados en tres plantas y en su colección hay unos 200 vehículos originales de 80 marcas y procedentes de todo el mundo. El más antiguo, uno de vapor de 1769. En 2013 The Times lo incluyó en el Top 50 de los mejores museos del mundo. En mi primera visita me pasé todo el tiempo viendo spots y dibujos animados antiguos…y no los vi todos.
Areste y Alfa Romeo
Para llegar a la siguiente etapa de este viaje, Milán, a 143 km, lo mejor es optar por la autostrada A4, la autopista que atraviesa el norte del país, desde Turín hasta Venecia y Trieste, en la frontera con Eslovenia. Se llama la Serenissima, por eso de que pasa por Venecia, pero realmente conecta las ciudades más grandes e industriales de Italia por eso es también la que tiene un tráfico más intenso. Todas las emociones al volante están aseguradas. Los italianos conducen muy bien, pero de forma peculiar. Lo mejor es copiar lo que ellos hacen y adaptarse a lo que podríamos considerar ‘una carrera’.
Milán es la capital de la región de Lombardía, la ciudad más grande de Italia, el centro financiero del país y el corazón mundial de la moda y el diseño. Es la ciudad de los Visconti, Sforza y Leonardo da Vinci, aquí está su famosa ‘Última cena’ y también fue uno de los pocos lugares de Europa en los que no entró la peste negra en el 1.600.
A 16 km del centro de Milán hacia el norte, en Arese, se construyó en los años 60 del siglo XX la fábrica más grande de Alfa Romeo. Ese centro industrial fue decayendo hasta que en 2005 cerró definitivamente. Han sobrevivido la pista de pruebas, que se vendió a otros gestores, y el importante museo histórico. Inaugurado en 1976 estuvo a punto de desaparecer, pero se cerró en 2011 para una profunda remodelación y reabrió en 2015 como se merece. El recorrido se hace a través de una rampa que va repasando la historia de la marca, la primera que ganó un campeonato de F1 en 1951 con Juan Manuel Fangio al volante. Entre los primeros motores, incluso de aviación, y sus pioneros monoplazas de competición están los que hizo el ingeniero español Wifredo Ricart (Barcelona, 1897-1974), responsable décadas después de los camiones Pegaso.
Brescia y la Mille Miglia
Retomamos la A4 hacia el este, bordeamos Monza, la pequeña y elegante villa sede de uno de los circuitos de velocidad más míticos y con una localización más espectacular en el centro de un gigantesco parque, pasamos Bérgamo y llegamos a Brescia a 96 km de Milán. Muy cerca del lago di Garda, esta localidad es un potente centro industrial con múltiples empresas del sector textil y componentes de automoción, pero su fama le llega desde hace un siglo por ser la salida y la meta de la carrera más mítica de la historia del automóvil, la Mille Miglia (mil millas, unos 1.600 km), que se disputó entre 1927 y 1957, menos los años de la II Guerra Mundial. Salía de Brescia, bajaba hasta Roma y regresaba, en un día y por carreteras abiertas. Actualmente se hace con coches clásicos y como prueba de regularidad.
En noviembre de 2004 se abrió un museo sobre la carrera. Está situado en el barrio de Sant'Eufemia, en el interior de un monasterio con el mismo nombre, en unos edificios impresionantes originales del año 1000. Se creó con el apoyo de colecciones privadas, la colaboración de otros museos y con un gran tesoro, los 130.000 documentos aportados por el Automobile Club di Brescia, el inventor y organizador de esta mítica carrera en el siglo pasado. Aquí está un buen pedazo de la historia del automóvil de Italia y Europa.
Emilia Romagna, el valle del motor
Desde aquí nos vamos un poco más a sur, a Emilia Romagna. Seguimos por la A4 para atravesar más rápidamente esta zona a los pies de los Alpes, bordeamos el Lago di Garda y en Verona enlazamos con la autostrada A22, la autopista que viene desde la frontera con Austria y llega hasta Módena. Cuando cruzamos mítico río Po, entramos en la región con más templos del automóvil por metro cuadrado del mundo. Emilia Romagna que se extiende entre el mar Adriático y los montes Apeninos es la sede de algunos de los más importantes fabricantes de automóviles y motocicletas del mundo, Ferrari, Maserati, Lamborgini, Ducati… y los más recientes Pagani, Dallara o Energica, además de otros desaparecidos. A esto suma 13 museos, algunas colecciones privadas impresionantes y cuatro circuitos internacionales (Imola; Misano Marco Simonceli; Varano, donde empezó Carlos Sainz Jr., y Modena, inaugurado en 2011). No parece raro que a esta región la llamen Motor Valley.
La A22 nos lleva hasta Módena, la ciudad de Maserati (el tridente de su escudo es el de una estatua de Neptuno que hay en la ciudad) y la sede natal de Ferrari. Enzo, su fundador, nació aquí y aquí empezó a trabajar. Módena es también un centro gastronómico, la cuna del aceto balsámico (el vinagre italiano) y sede del restaurante más famoso y premiado de Italia, la Osteria Francescana. Su chef, Massimo Bottura, estudió en el Bulli con Ferran Adrià.
Desde 2012 está abierto al público en el centro de Módena el Museo Casa Enzo Ferrari (MEF) con una parte antigua, la casa donde vivió Ferrari y el taller de su padre Alfredo, perfectamente restaurada. Esta nave está dedicada al corazón de la marca del cavallino, los motores. Al lado hay un edificio de nueva construcción que se destina a exposiciones temporales. En las afueras de Módena, en un antiguo almacén agrícola, está el Museo Panini, que agrupa la colección de Maserati más importante del mundo, salvada ‘in extremis’ de un intento de subasta en 1996. Intervino hasta el Ministerio de Cultura italiano porque consideraba que era patrimonio nacional. Agrupa 19 vehículos que forman parte de la historia del automóvil, como el primero que participó en una carrera con un patrocinador, el Maserati 420M Eldorado que pilotó Stirling Moss. Solo se puede visitar con cita previa.
Si estamos aquí es obligado acercarse a Maranello, a sólo 25 km. En esta pequeña localidad reina el cavallino rampante desde 1947, cuando Ferrari situó aquí la sede de su empresa y fabricó el primer coche de calle con su apellido. Se conservan vestigios del pasado en algunos edificios de la fábrica y la oficina del propio Ferrari en la pista de Fiorano. Y aquí está el gran museo de la marca, la Galleria Ferrari, lugar de peregrinación de los tiffosi de todo el mundo y de cualquier aficionado a la F1, al motor y a la belleza. En 2.500 m2 está todo el legado de la marca dentro y fuera de las carreras. Otro pequeño tempo para los tiffosi es el restaurante Montana, que hizo famoso Michael Schumacher en sus años en la Scuderia Ferrari. Al alemán le apasionaba la pasta que le hacía personalmente la dueña.
Lamborghini y Ducati
Por la E45 viajamos a la capital de la región, Bolonia (sí, donde nació la salsa boloñesa), que está a unos 50 km. Bueno más concretamente a un barrio de las afueras, Sant’Agata Bolognese, donde en 1963 un cliente de Ferrari, muy enfadado y fabricante de tractores, montó una fábrica de deportivos. Se llamaba Ferrucio Lamborghini y su empresa sigue viva ahora dentro del grupo Volkswagen tras pasar múltiples vicisitudes. El espectacular museo Lamborghini, se llama Mudetec (Museo de la Tecnología), se abrió en 2001 y se renovó totalmente unos años después. En dos plantas muestra la historia de la marca de superdeportivos y sus éxitos en la competición. No podemos irnos de Bolonia sin ver el museo Ducati, en Borgo Panigale, otro barrio de Bolonia, muy cerca del aeropuerto, donde está también la fábrica. Ducati, la marca italiana de dos ruedas mantiene su esencia pese a ser ahora de propiedad alemana. El museo recorre sus 90 años de historia, pero lo mejor es ver las motos de tantos campeones de MotoGP y WSBK, desde Loris Capirossi o Carlos Checa a Casey Stoner, pero también las de Nicky Hayden, Valentino Rossi y Jorge Lorenzo.
Pontedera, casa Vespa
Y pensando en motos no podemos olvidarnos de la italiana más mítica, la Vespa, así que terminamos el viaje en la Toscana, en Pontedera, muy cerca del famoso balneario de Viareggio, en la costa de Liguria, donde se fabrica y está su museo. Para llegar hasta allí tenemos que recorrer 150 km primero por la Autostrada A1 (la que enlaza Milan con Nápoles, que aparece en la película ‘Bienvenidos al Sur’) hasta Florencia y luego por la autovía que va hasta Livorno.
Fuera de los circuitos turísticos de la Toscana, Pontedera es el lugar donde nació la Vespa en 1946. Aquí está la fábrica de Piaggio y su impresionante museo. Inaugurado en 2000 y totalmente renovado en 2018, es el más grande Italia dedicado a los vehículos de dos ruedas y uno de los más grandes de Europa. Tiene 5.000 metros cuadrados para las colecciones permanentes, donde hay trenes, aviones, triciclos y motos de Piaggio, Ape, Vespa, Aprilia, Gilera y Moto Guzzi. Entre ellas la Aprilia con la que Valentino Rossi ganó su primer campeonato del mundo en el año 1998 del siglo XX.