La víspera de las elecciones europeas, en las que la industria de automoción también se juega su futuro, hemos vivido un acto que muestra las amenazas y las contradicciones del sector del automóvil en el momento actual. El canciller alemán, Olaf Scholz, ha defendido la competitividad de la automoción europea frente a los nuevos competidores chinos en lugar de subir los aranceles. Lo hizo en la sede Opel, una de las marcas más veteranas que celebra 125 anos de existencia y que intenta defenderse frente a otras con una historia mucho más corta pero con mucho ímpetu.


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"Necesitamos estar a la vanguardia del progreso tecnológico y económico, no aislarnos del mundo", afirmó el canciller en el acto de celebración de los 125 años de Opel. "Generaciones de empleados han hecho de Opel la gran marca que es hoy: una empresa automovilística en el camino de la electromovilidad. Vuelven a mirar hacia el futuro, sin miedo y llenos de confianza en sí mismos", destacó el dirigente político alemán. Añadió que "no es el escepticismo sobre el progreso lo que nos hace avanzar, sino más bien la apertura a la tecnología".

El CEO de Stellantis, Carlos Tavares, aprovechó la visita del canciller para mostrarle algunos de los modelos nuevos con los que Opel compite en un mercado al rojo vivo. Scholz condujo un Astra eléctrico, que se vende desde 38.690 euros, un precio bastante superior al de los modelos de marcas chinas que están llegando al mercado europeo. Además, Opel presentó el nuevo Opel Frontera eléctrico, en el que se ha conseguido bajar el precio a 29.000 euros en Alemania.

A la espera de los aranceles

Opel vendió en 2023 unos 670.000 vehículos que fueron fabricados en plantas de Alemania y las de Figueruelas (Zaragoza) y Vigo, una cifra alejada de los mejores años de la histórica marca alemana. Con esas armas tiene que que luchar Opel, como ejemplo de la industria de automoción europea, con los nuevos competidores chinos. 

Curiosamente, entre esos nuevos competidores se encuentran los modelos de la marca Leapmotor, que llegarán a Europa en los próximos meses de la mano de Stellantis, el grupo propietario de Opel. 

Casi de forma paralela, Turquía anunciaba un arancel del 40% para los coches chinos que se quieran vender en el país, que se postula para atraer inversiones asiáticas con plantas destinadas a abastecer el mercado europeo, como ya hacen otros fabricantes europeos. Es otra señal, junto a la decisión de EEUU de imponer un 100% de impuesto a la importación de coches chinos, de la tendencia en la que la Comisión Europea tendrá que tomar su propia decisión tras investigar los presuntos subsidios ilegales del país asiático. La decisión se podría anunciar tras las elecciones al Parlamento europeo y poco antes de la constitución de un nuevo Ejecutivo comunitario en Bruselas. Y afectará a marcas chinas y también de Europa, que tienen modelos fabricados en China.