El Gobierno y las energéticas buscan convertir España en un país de referencia en el desarrollo del hidrógeno verde, vector energético cuya aplicación en la industria o los transportes difícilmente electrificables, como el aéreo o marítimo, permitirá avanzar en la descarbonización de la economía.
La Unión Europea calcula que el hidrógeno limpio, aquel que se produce con energía renovable y sin emisiones de CO2, puede satisfacer una cuarta parte de la demanda mundial de energía en 2050, frente a su prácticamente nula aportación actual, y mover 630.000 millones de euros al año.
Para hacerse con un trozo de ese pastel y evitar ser un país dependiente, el Ejecutivo lanzó en verano a consulta pública la Hoja de Ruta del Hidrógeno, que recoge medidas para favorecer su regulación y despliegue en España, para que se desarrolle aquí "toda la cadena de valor asociada al hidrógeno verde e impulsando especialmente la innovación", ha asegurado la secretaria de Estado de Energía, Sara Aagesen.
Así, el objetivo es replicar lo ocurrido con la energía eólica, de la que España es líder con tecnología y producción propias, y evitar lo sucedido con la fotovoltaica, que eclosionó apoyada en la llegada de paneles producidos en el exterior.
4.000 millones hasta 2030
La hoja marca objetivos para 2030, como contar con una capacidad instalada de electrolizadores de mínimo 4 gigavatios (GW) (el 10 % del previsto para toda Europa), lo que, según cálculos del sector facilitados a Efe, supondría invertir unos 4.000 millones.
También establece que el 25 % del consumo de hidrógeno industrial sea renovable, que haya al menos 100 hidrogeneras o más de 5.000 vehículos y dos líneas de tren propulsados con hidrógeno renovable. A diferencia de las fuentes directas de energía, los vectores energéticos son sustancias o dispositivos que almacenan una energía que, posteriormente, puede liberarse de forma controlada.
Tradicionalmente, el hidrógeno se producía con carbón y gas natural, técnicas a las que se añadieron procesos de captura de CO2 para reducir su huella de carbono, dando lugar al hidrógeno "azul". Ahora, el objetivo es producirlo con renovables y sin emisiones. Actualmente, el proceso más extendido para obtener hidrógeno "verde" es la electrólisis, que permite separar las moléculas de hidrógeno y oxígeno que componen el agua con la aplicación de una corriente eléctrica, en este caso, de origen renovable. Esta descomposición se lleva a cabo en electrolizadores, cuya potencia actualmente ronda 2,5 megavatios (un aerogenerador), aunque ya se avanza en proyectos de 20 megavatios.
Entre sus posibles aplicaciones, destacan movilidad (en pilas o combustibles sintéticos), industria (como materia prima o para lograr elevadas temperaturas), vivienda (agua caliente) o para almacenar energía renovable excedente y ayudar así a ajustar el sistema eléctrico. Mientras se desarrolla la regulación, las energéticas ya han puesto en marcha proyectos pioneros, algunos de los cuáles aspiran a estar en el programa que presentará el Gobierno para el fondo de reconstrucción europeo poscovid.
Fondo de reconstrucción
Endesa ha propuesto incluir cien proyectos renovables valorados en 16.000 millones, de los que 20 están relacionados con el hidrógeno, cuya producción, subrayan desde la eléctrica, hoy por hoy, no es competitiva. "El apoyo europeo nos permitiría solventar esa falta de competitividad. Compartimos la estrategia del Gobierno de aprovechar proyectos basados en hidrógeno para desarrollar en España toda la cadena de valor", han dicho a Efe fuentes de Endesa, que trabaja en su uso para la descarbonización de las islas o su producción en emplazamientos de carbón con fotovoltaica.
Iberdrola trabaja en la mayor planta de hidrógeno verde para uso industrial de Europa, que entrará en operación en 2021 y suministrará a la planta de Fertiberia en Puertollano (Ciudad Real) para fabricar amoniaco. El proyecto incluye una planta fotovoltaica de 100 megavatios (MW), un sistema de baterías de ion-litio con capacidad de almacenamiento de 20 megavatios hora (MWh) y una electrolizadora de 20 MW de potencia, tecnología que todavía no existe de España, donde las capacidades se limitan a 50 kilovatios (kW).
Naturgy, junto a ETRA, Autoridad Portuaria de Valencia, Balearia, Cobra, Dam y Ariema, impulsan un proyecto que contempla la instalación de un electrolizador alimentado con agua procedente de una depuradora y excedentes de generación renovable, y que el hidrógeno producido sea usado como combustible para transporte marítimo y maquinaria portuaria, hidrogeneras, en procesos térmicos del sector cerámico e inyección en redes de gas.
Proyectos en marcha
Repsol lidera un proyecto para construir en Bilbao una de las mayores plantas del mundo de producción de combustibles sintéticos, aquellos que usan como únicas materias primas CO2 e hidrógeno y que pueden convertirse en gasolina, gasóleo o querosenos utilizables en los motores de combustión de coches, camiones o aviones. La planta utilizará el CO2 capturado en la refinería de Petronor e hidrógeno obtenido mediante electrólisis y tendrá una producción inicial de unos 10.000 litros diarios. Si el proyecto es rentable, se podrían hacer minirrefinerías con capacidad de 500.000 toneladas anuales.
En paralelo, Repsol desarrolla con Enagás y otros socios una tecnología propia de fotoelectrocatálisis, una técnica que permite generar hidrógeno usando directamente la energía solar y cuyo coste no depende del precio de la electricidad al no necesitar una fuente externa.
Enagás participa en "Green Crane", que persigue desarrollar un corredor de hidrógeno de sur a norte y que permitiría posicionar a España como puerta de entrada en Europa por medio de su amplia red de regasificadoras, una de las mayores del mundo. Este proyecto conlleva instalaciones renovables de 1.000 MW y plantas de electrólisis con capacidades de 500 MW, según Enagás, que ya realiza inyección de hidrógeno en su regasificadora de Cartagena para reducir el autoconsumo de gas.