Todos sabemos que una cosa es lo que dice el catálogo de un coche y otra muy diferente la realidad. Es imposible conseguir el consumo medio de carburante homologado por las marcas, aunque uno conduzca a paso de tortuga, con la suavidad de un perezoso y pelándose de frío para no enchufar la calefacción. 

Ese fraude al consumidor ha motivado investigaciones y denuncias y empieza a no ser noticia. Pero la novedad ahora es que se puede decir lo mismo de los nuevos coches eléctricos, a los que empieza a torturar la pesadilla de acabar en el gancho de una grúa por culpa de una batería exhausta.

La imagen del nuevo modelo S de la marca norteamericana de turismos eléctricos Tesla amorrado al culo de una grúa en la prueba que hizo el diario The New York Times ha causado un gran impacto para una marca que pretende vender 20.000 unidades del modelo S en Estados Unidos con unos precios que pueden llegar a 100.000 dólares. El fundador de Tesla, el magnate estadounidense Elon Musk, y el periodista del diario neoyorquino John Broder se han enfrascado en una tormenta con abundante aparato eléctrico que ha arrastrado a numerosos lectores y fans de la nueva marca de EEUU. 

Broder atribuye la diferencia entre la autonomía prometida por Tesla de hasta 482 kilómetros, una distancia muy por encima del resto de vehículos eléctricos gracias a la potencia de sus baterías, y la realidad al frío extremo durante la prueba, que hizo que el cálculo del recorrido pendiente se fuera desplomando hasta que se quedó tirado y tuvo que llamar a la asistencia en carretera. 

Pero Musk achaca al periodista, en un amplio artículo de réplica, una actuación malintencionada y premeditada para falsear la prueba sin hacer caso de los consejos que le dieron los técnicos de Tesla y debido a lo que considera como prejuicios en contra de los vehículos eléctricos.

Pero lo cierto es que el miedo a la grúa es una de las principales hipotecas con las que nace la movilidad eléctrica, junto con el precio desorbitado en comparación con los coches convencionales. Esa debilidad es también, por ahora, la fortaleza de los turismos híbridos y un reto para los fabricantes.

Los apuros del director de Nissan

La marca Nissan, autoproclamada como abanderada eléctrica, se ha visto obligada a dar varios pasos para ajustar su oferta a un mercado europeo poco receptivo al Leaf. La segunda generación que aparecerá en los próximos meses tendrá más autonomía que la actual, que llega a 175 kilómetros, y mejoras en algunas de sus prestaciones y también en el precio gracias a que se empezará a fabricar en el Reino Unido y no solo en Japón como hasta ahora. 

El consejero director general de Nissan Iberia, Raoul Picello, confesaba en un reciente encuentro con periodistas que él mismo tuvo que espabilarse la noche anterior para poder recargar el Leaf que conducía en el aparcamiento de un hotel. Por ello instó al Gobierno español a ponerse las pilas para cumplir con los planes de que en el 2020 haya 80.000 puntos para enchufar los coches y para dar tranquilidad a sus conductores. En Europa hay que pasar de 14.000 puntos actuales a 800.000. La crisis no ayudará nada en ese propósito.