El paradigma de la nueva movilidad está cambiando radicalmente y, con él, el ecosistema de las empresas que protagonizan la apuesta inversora. Los fabricantes automovilísticos han pasado de ser los protagonistas en la automoción basada en el petróleo a convertise en actores secundarios en el nuevo entorno. "Los forasteros gastan más que los titulares", asegura un estudio de la consultora McKinsey, que advierte de que los fabricantes de vehículos tradicionales representan solo el 7% de la inversión en las compañías de tecnologías de la nueva movilidad desde 2010.

Según el informe, que recopila las inversiones en las tecnologías para impulsar el coche conectado, eléctrico, autónomo y con movilidad inteligente (ACES en sus siglas en inglés), cuantifica la apuesta inversora de las compañías automovilísticas tradicionales en unos 25.000 millones de dólares, lo que representa un 7% de la ingente cifra total. 

Los nuevos protagonistas de las inversiones en la movilidad del futuro son los fondos de inversión y de capital riesgo, con un 65% del total, seguidos de las firmas tecnológicas, con un 28%, repartido a partes iguales entre los fabricantes de 'hardware' y los de 'software'. 

Las alianzas, fundamentales

La inversión global en tecnologías para el desarrollo de la movilidad del futuro ascendió a casi 330.000 millones desde 2010. En cabeza se encuentra el coche autónomo, con 106.000 millones, seguido de la movilidad inteligente (100.000), electrificación (62.000) y conectividad (61.000). 

"La alta inversión interna sugiere que muchos operadores establecidos están más interesados ​​en desarrollar capacidades internas que en buscar asociaciones externas", advierten los autores del estudio de McKinsey. 

Desde 2010, se han registrado más de 60.000 patentes relacioanadas con las grandes tendencias de la movilidad del futuro. De ellas, 10.000 corresponden al vehículo eléctrico, 9.000 a los sistemas de asistencia al conductor, 7.000 a baterías, y 5.000 a semiconductores. 

Una de las conclusiones del informe es que las alianzas serán cada vez más importantes para afrontar las inversiones. Los autores calculan que un fabricante automoviístico tendría que inyectar unos 70.000 millones de dólares a desarrollar nuevas tecnologías por su cuenta, lo que se considera que es un esfuerzo demasiado grande.