La escena se repite. Mientras circulas por una autopista, muchas autovías desaparecen como si fuera el Triángulo de las Bermudas. Ni rastro se señales de tráfico que indiquen cómo dejar la vía de pago e ir hacia la vía gratuita. ¿Casualidad? Ni mucho menos. Resulta curioso comparar el nivel de indicaciones para entrar en una autopista con el que existe para cambiar a una autovía. No hay ni punto de comparación. En muchos casos, sólo es posible encontrar la vía gratuita si conoces cómo ir hasta ella o si alguien que ha descubierto el camino te lo sopla.
Intereses inconfesables
Un ejemplo claro de este fenómeno paranormal, o muy normal, depende de cómo se mire, es el que se produce en la localidad aragonesa de Fraga. Cuando circulas por la AP2, el cartel sólo indica la salida hacia Fraga, pero ni una pista de la intersección a pocos metros con la autovía A2. Si no conoces la posibilidad de seguir el camino sin pagar, te verás obligado a seguir contribuyendo a la concesionaria de la autopista. ¿Cómo es posible que la Administración propietaria de la autopista y de la regulación del tráfico no obligue a Abertis a colocar indicadores de la autovía? La misma pregunta se puede extender a otras concesionarias y otras autopistas en las que desaparecen las autovías próximas. O es dejadez o es impunidad por intereses inconfesables.