Después de 29 días aplaudiendo desde ventanas y balcones al personal sanitario y a otros esforzados luchadores contra el coronavirus, es hora de pensar en el día después. No solo en la esperanza de vencer a la maldita epidemia, sino en el momento en el que empecemos a desescalar el confinamiento y podamos aspirar a recuperar nuestra vida. Pero para conseguir esos objetivos, hay que pensar friamente y planficar bien cómo será el retorno.
Aunque pueda parecer que está fuera de lugar plantear #ComoSalimosdelaCrisis cuando siguen muriendo centenares de personas cada día por el coronavirus, mas nos vale anticiparnos y no esperar al día antes de nuestra vuelta a las calles para pensar en las medidas necesarias para intentar que la crisis económica sea lo más corta y menos traumática posible.
Plan de choque
Por eso es oportuno el plan de choque planteado de forma unitaria por todas las patronales del sector de automoción y del motor. Aunque hubiera estado bien ampliar la mirada más allá de las organizaciones empresariales incorporando en el plan a los sindicatos, como representantes de los cientos de miles de empleados, así como otras entidades como colegios profesionales y otras entidades implicadas en la movilidad.
La salida de la crisis es labor de todos, de empresas, de trabajadores, de instituciones y de la Administración. Por eso el plan de choque tiene que implicar a todas las partes implicadas. En este contexto insólitamente complicado, es el momento de invertir en transformar los aplausos en una sanidad pública todavía más potente y resistente y en la reconstrucción de la economía y del empleo.
No es momento de distraer el foco de atención: la prioridad ahora es que las empresas y, por tanto, los empleos puedan resistir y resurgir con fuerza cuando sea posible. Tal como plantea el plan de choque, hay que poner en marcha medidas fiscales, económicas y laborales que aporten oxígeno a empresas y trabajadores.
Consumo patriótico
Por todo ello se impone una inversión generosa y bien enfocada en un plan Renove que incentive la compra de coches y la renovación del parque automovilístico. Ahora no hay excusas. Lo mismo se podría aplicar en el sector turístico, en el que se impone incentivar el turismo doméstico para intentar suavizar el descalabro de la temporada por falta de turistas extranjeros.
Pedro Sánchez tiene que transformar la "moral de victoria" a la que tanto le gusta apelar en el combate contra el Covid-19 en moral de renacimiento. Aunque suene a topicazo políticamente delicado, se trata de despertar el consumo patriótico por responsabilidad social.