Los coches se han convertido en un producto con mucha electrónica. Ya lo decían los mecánicos veteranos cuando llegaba al taller uno de los primeros vehículos con circuitos integrados: "La avería es de la electrónica". Décadas después, los coches van equipados con una cifra entre 1.500 y 5.000 microchips que aumentan sus prestaciones y sus funciones pero los convierten en altamente vulnerables a una crisis como la actual de racionamiento de los semiconductores suministrados por un puñado de productores.
La desesperación de los fabricantes y vendedores de automóviles se ha convertido en el clima para una tormenta de ideas y propuestas para salir del paso ahora y en el futuro, desde una ley europea de chips a la búsqueda de proveedores locales y pasando por la vuelta a los coches sin chips o sin tanta electrónica.
El director corporativo de la patronal de vendedores de vehículos Ganvam, Jaime Barea, planteaba una posible solución inmediata para intentar aliviar el problema en las fábricas y en los concesionarios, que se ven obligados a retrasar la entrega de los coches comprados. Propone reducir el número de chips "prescindibles" que se emplean en los vehículos en elementos opcionales de equipamiento, como pueden ser los sensores de aparcamiento, y dar prioridad a los circuitos para elementos de seguridad imprescindibles como la frenada de emergencia.
Los chips, "donde hay más dinero"
De momento, los fabricantes de automóviles han optado por otra respuesta a la escasez de chips, que consiste en destinarlos prioritariamente a los modelos que aportan más valor y más margen de rentabilidad. Por ello, es más rápido comprarse un deportivo caro que un modesto utilitario. De rebote, las marcas automovilísticas están mejorando sus beneficios a pesar del freno en las matriculaciones.
"Ponemos los componentes donde hay más dinero", dijo el consejero delegado de Renault, Luca de Meo, en el Salón de Múnich, donde compartió sus reflexiones sobre cómo ha llegado el sector del automóvil a la situación actual, en la que tiene que racionar los microchips. "Hace nueve meses nos dimos cuenta porque proveedores de primer nivel escondían la bolsa que había problema entre oferta y demanda del 20% en chips. El sector está invirtiendo pero los efectos tardarán en llegar".
"Los problemas están relacionados con una cadena de valor muy larga, compleja y globalizada -añadió De Meo-. Vamos a tener que reingenierizar todo nuestro sistema de suministro, tiene demasiado riesgo. Antes ibas a buscar los costes más competitivos. Ahora tenemos una oportunidad de llevar producción cerca de casa".
Cambios en la cadena de suministro
La directora ejecutiva de General Motors, Mary Barra, también acaba de anunciar que la compañía planea realizar cambios en su cadena de suministro. "Vamos a hacer algunos cambios bastante sustanciales en nuestra cadena de suministro. Ya estamos trabajando mucho más en la base de suministro por niveles porque General Motors no compra chips (directamente), pero (nuestros proveedores sí). Pero ahora estamos construyendo relaciones directas con los fabricantes".
Tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea se están impulsando iniciativas para reactivar la producción local de microchips que, en las décadas anteriores, se cedió a fabricantes asiáticos al considerar que eran unos componentes que requerían inversiones muy altas pero que, por sí solos, aportaban poco valor añadido. En Europa, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha anunciado una ley europea de chips con el fin de coordinar los esfuerzos.