China, el mayor mercado automovilístico del mundo, ha comenzado a tomar medidas para frenar la publicidad engañosa sobre coches autónomos. En un movimiento que marca un punto de inflexión, el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información ha prohibido expresamente que los anuncios de vehículos utilicen expresiones como “conducción inteligente” o “autónoma” cuando en realidad se trata de sistemas de asistencia al conductor (ADAS) y no de autonomía total.

El anuncio fue comunicado en una reunión oficial celebrada con casi 60 representantes del sector automotriz, según ha podido confirmar Reuters. Esta medida regulatoria surge en un momento delicado: el rápido desarrollo de las tecnologías de conducción avanzada, unido a una feroz competencia por atraer compradores, ha generado un entorno donde la frontera entre la asistencia al conductor y la verdadera conducción autónoma se ha vuelto difusa, y con ello, peligrosa.

El detonante: un accidente mortal con un coche de Xiaomi

La nueva política llega después de un accidente mortal que involucró al Xiaomi SU7, un sedán eléctrico de altas prestaciones que ha dominado las ventas en China en marzo. Según la investigación preliminar, el vehículo colisionó a 97 km/h contra un poste de cemento justo después de que el conductor asumiera el control tras usar el sistema ADAS del vehículo. El coche se incendió tras el impacto, generando alarma pública y reabriendo el debate sobre la seguridad de estas funciones.

El caso ha puesto bajo el microscopio a los fabricantes que promueven sus funciones semiautónomas como si fueran verdaderamente autónomas. La nueva regulación prohíbe que las marcas prueben o actualicen de forma remota sus sistemas de conducción asistida sin la aprobación previa de las autoridades.

Actualizaciones OTA, ahora bajo vigilancia

Uno de los aspectos clave del nuevo reglamento es la limitación de las actualizaciones over-the-air (OTA). Hasta ahora, los fabricantes podían lanzar actualizaciones de software que mejoraban las capacidades de conducción sin necesidad de verificación externa. Desde ahora, cualquier cambio relacionado con el comportamiento del vehículo en carretera deberá someterse a pruebas exhaustivas y aprobación estatal.

Empresas como Huawei, que provee sistemas ADAS a marcas como Audi en China, estuvieron presentes en la reunión y se verán directamente afectadas por este cambio.

Una reacción global a la publicidad de Tesla

La decisión de China también puede leerse como un eco de las críticas internacionales hacia Tesla por el uso del término "Full Self-Driving" (FSD). Aunque el sistema FSD permite cierto grado de autonomía, aún requiere supervisión humana activa, algo que no siempre queda claro en los mensajes promocionales. De hecho, las autoridades de seguridad vial de Estados Unidos ya obligaron a Elon Musk a suavizar su retórica en torno a la conducción 100% autónoma, tras múltiples accidentes y confusión entre los usuarios.

En una reciente conferencia en Shanghái, el propio Musk volvió a prometer que Tesla alcanzará el nivel 4 o 5 de autonomía (donde el coche puede circular sin intervención humana) a finales de 2025, aunque reconoció que ha fallado en predicciones anteriores. Su entusiasmo contrasta con la nueva prudencia que China impone a los fabricantes.

El rápido crecimiento del sector impulsa la cautela

El trasfondo de esta decisión es un sector que ha crecido más rápido de lo esperado. A finales de 2024, los vehículos eléctricos e híbridos ya representaban más del 50% de las ventas totales en China, un hito que se alcanzó antes del calendario oficial. Sin embargo, este auge ha traído también riesgos tecnológicos, sobre todo en aspectos clave como las baterías, la conectividad en la nube y la gestión de sistemas autónomos.

Fabricantes como BYD y Leapmotor, entre otros, han intensificado la guerra de precios con modelos asequibles —algunos por debajo de los 10.000 dólares— que incluyen funciones de “conducción inteligente” como valor añadido. Estas estrategias de marketing, que prometen más de lo que tecnológicamente ofrecen, han encendido las alarmas en los reguladores.

¿Una industria más segura o más costosa?

Aunque la mayoría de expertos coincide en que estas nuevas normas mejorarán la seguridad y la confianza del consumidor, también reconocen que podrían frenar el desarrollo de estas tecnologías en el corto plazo. Para muchos fabricantes emergentes, las actualizaciones OTA eran una forma rápida y económica de innovar. Ahora, con la necesidad de pruebas y certificaciones, los tiempos y costes se dispararán.

Por otro lado, algunos analistas prevén que este nuevo entorno regulador podría acelerar una consolidación en el saturado mercado automotriz chino, donde existen decenas de fabricantes compitiendo con márgenes ajustadísimos.