La presentación del manifiesto de la nueva Plataforma Pro Movilidad Libre en Barcelona, formada por más de 50 organizaciones empresariales y sociales, fue muy esclarecedora. Puso las cartas al descubierto por parte de todas las partes implicadas. Los que intentan velar por su negocio ante lo que consideran como una amenaza por las restricciones de tráfico y por parte del Ayuntamiento de Barcelona. La conclusión que saqué es que el equipo que dirige Ada Colau, incluyendo a la parte del PSC, está convirtiendo a Barcelona en una ciudad 'Car Unfriendly'.
Las medidas contra el coche en Barcelona van contra todo tipo de turismos, incluidos los coches eléctricos e híbridos que se encuentran en plena escalada pero que no pueden conducir por las calles cortadas de la ciudad. Esta restricción universal parece ir en contra incluso del espíritu de la Zona de Bajas Emisiones.
Sin embargo, la concejal de Movilidad, Rosa Alarcón (PSC), tiró pelotas fuera en respuesta a mi pregunta sobre esta contradicción entre impulsar el coche eléctrico y prohibir su circulación. Se limitó a recitar las supuestas bondades del ayuntamiento en el apoyo a la red de puntos de carga de vehículos eléctricos. ¿De qué serviran si no pueden acceder al centro de la ciudad a pesar de que no tienen emisiones de gases?
Riesgo para la industria
El veto a los coches, tanto los que tienen etiqueta de la DGT como los ecológicos, agravan la situación creada por la Zona de Bajas Emisiones. Se trata de medidas que dejan a muchos usuarios sin alternativa realista, con un transporte público que arrastra graves deficiencias de cobertura y eficiencia territorial y abarrotados en horas punta debido a la falta de inversión. En una época en la que las nuevas apps integran diferentes modos de transporte, en Barcelona hay una falta de intermodalidad real que tenga en cuenta el coche.
La cruzada del Ayuntamiento de Ada Colau contra el coche tiene otros efectos colaterales de mucho calado para la economía de la zona y de sus habitantes. La decisión de Nissan de cerrar la fábrica de Barcelona debería haber encendido las alarmas. Pero lejos de una reacción proactiva, Barcelona se convierte en una ciudad 'Car Unfriendly', incluso para la nueva industria de la movilidad eléctrica. ¿Conseguirán las partes implicadas atraer una fábrica de baterías en la Zona Franca con esos condicionantes?