Cuando sufres una caída porque has metido la pata en un socavón, te duele. Pero si encima alguien te había avisado de que ibas derecho al socavón, te duele también en el orgullo, internamente. Eso dice la lógica y la experiencia de situaciones similares por las que, en algún momento, todos hemos pasado. Al menos, a mí me ha pasado en alguna ocasión por mi cabezonería. Lo confieso. Pero no siempre es fácil reconocer la torpeza de uno mismo.

Eso es lo que le pasa a la Generalitat con el lío en el que se ha metido al anunciar la puesta en marcha de un nuevo impuesto sobre el CO2 que gravará los coches matriculados o con domicilio en Cataluña a partir de este año. El impuesto, previsto en la ley de cambio climático de la comunidad, es un ejemplo pragmático de los efectos de la globalización de la automoción en versión autonómica. Las leyes del mercado apuntaban que la intención de la Generalitat de gravar los coches contaminantes, que en sí misma es legítima desde el punto de vista medioambiental, era una medida arriesgada desde el punto de vista fiscal

Ese fue el aviso que hicieron las organizaciones empresariales de concesionarios y fabricantes al 'conseller' de Territori, Damià Calvet, y al vicepresidente de Economia, Pere Aragonés. El riesgo de deslocalización se ha confirmado mes a mes hasta finalizar el año con una fuga de alrededor del 15% de las matriculaciones para flotas de empresas de 'renting' y de alquiler. En el conjunto del mercado, la caída de las ventas de coches en Cataluña fue del 2,8% en 2018, con lo que se convirtió en la única autonomía en la que bajaron las matriculaciones. 

Madrid saca provecho

En cambio, las ventas de coches para empresas se dispararon en Madrid. La anunciada deslocalización de Cataluña a otras comunidades se ha consumado y parece que no cesará en los próximos meses ante el riesgo de que se empiece a aplicar el tributo de la Generalitat, que puede costar alrededor de unos 70 euros por coche al año. 

En ese contexto, cuando has metido el pie de lleno en el socavón del que te habían avisado, es importante evaluar las situación para mirar hacia el futuro. Una vez se ha comprobado que el experimento de las leyes de la fiscalidad ha dado el resultado esperado de una fuga de matriculaciones a comunidades con menos impuestos, el Govern tiene que evaluar si vale la pena seguir en el socavón o bien es posible alguna alternativa para salir del hoyo. ¿Habrá entendido el mensaje el Govern?