El nuevo Plan Renove comprometido por el Gobierno ya está en fase de lanzamiento a la espera de que supere las trabas burocráticas. El plan de apoyo a la automoción se presentó con la solemnidad que requiere un momento como el actual, en el que son necesarios gestos y recursos para reactivar la economía. Hubo foto de familia de Pedro Sánchez y sus ministras y ministros con los dirigentes del sector del automóvil en las escaleras del palacio de la Moncloa y parlamentos elogiosos que daban a entender que, con este plan, la salida de la crisis está encarrilada. Es lo previsible, sin duda. Sin embargo, el Plan Renove, la parte más a corto plazo de todo el programa de apoyo al sector, tiene unos riesgos ocultos que pueden hacer que se tambalee y que muchos compradores acaben pidiendo el Plan B.
Para empezar, el nuevo Renove de 250 millones está ya supuestamente en vigor a la espera del desarrollo reglamentario. Pero el Renove convive con el nuevo Plan Moves 2 de apoyo a la electromovilidad exclusivamente y con unas ayudas más ventajosas para los compradores de 5.500 euros frente a 4.000. Esta discrepancia es una de las primeras cosas que chirrían en la estrategia de incentivos.
Incentivo poco atractivo
Una de las claves para que el sector de automoción haya dado su apoyo al plan es que incluye a los vehículos de combustión interna. Pero, más allá de la declaración de intenciones que eso supone y de lo costoso que ha sido políticamente, la subvención a la compra de coches diésel y de gasolina es tan reducida que deja de actuar como un incentivo real. Los 400 u 800 euros difícilmente pueden ser decisivos en la decisión de compra, y más teniendo en cuenta que Hacienda se lleva casi la mitad. Se trata de unas cifras simbólicas que sirven casi de despedida para la vieja tecnología basada en el petróleo.
Con los descuentos que los concesionarios y las marcas están obligados a dar pasa algo peor incluso. En lugar del descuento medio cifrado entre 4.000 y 5.000 euros que estaban ofreciendo, pasarán a dar 400 o 800 euros para diésel y gasolina. En el caso de un eléctrico, ofrecerán 1.000 euros.
Valor de los coches viejos
Y todo ello cumpliendo los requisitos del plan, que exige achatarrar un coche de más de 10 años. Precisamente, en un momento en el que el mercado de ocasión remonta a más velocidad que el de turismos nuevos por la búsqueda de vehículos más accesibles. Dependiendo del vehículo usado y de su estado, es muy probable que se pueda vender por bastante más que el dinero que supone el supuesto incentivo, con lo que un coche viejo seguirá circulando.
Estos números son los mismo que hará cualquier persona que esté pensando en comprar un coche recurriendo a las ayudas. Pero quizá muchos de ellos se decanten por pedir al concesionario que le aplique el Plan B, es decir, que renuncie al Renove y pida la vieja normalidad. De una manera u otra, lo importante ahora es que se reactive el mercado y la industria.