Los empresarios del automóvil se han quitado el sombrero ante la habilidad del Gobierno. Ha manejado el calendario para aprobar el plan PIVE con maestría y dominio. Primero sube el IVA y a continuación saca del cajón las ayudas negociadas con el sector. El resultado es que el nuevo plan Prever le saldrá al Ejecutivo a precio de ganga.
Hagamos números: 2.000 euros de descuento del plan PIVE, de los que 1.000 euros van a cargo del Gobierno. De esos 1.000 euros, unos 650 euros de media provienen del incremento del IVA del 18% al 21%. Por tanto, la inversión inicial por cada uno de los 75.000 coches que se podrán acoger al plan será de 350 euros. En consecuencia, los 75 millones que, sobre el papel, pone el Gobierno de Mariano Rajoy se convierten en realidad en 26,2 millones.
Pero aún hay más. El retorno de esa inversión es, como mínimo una cantidad resultante de multiplicarla por 2,5, según reconoce el ministro de Industria, José Manuel Soria, y por tres según las asociaciones de marcas y vendedores. Por tanto, los 75 millones se convierten en una plusvalía fiscal que va de 187,5 millones a 220 millones. Un buen negocio, ¿verdad?
Esas son las cuentas que hacen en privado los empresarios del sector para reconocer que Rajoy les ha sorprendido. Pero no es tan extraño si tenemos en cuenta que en el equipo del presidente hay fiscalistas de larga experiencia como Cristóbal Montoro y un experto en planes Prever: el exdirector de Anfac y actual secretario de Industria, Luis Valero.
Desde el principio Valero dijo que habría plan de ayudas aunque había que esperar "el momento oportuno". Y ese momento ha llegado y no porque España esté a salvo de un gran rescate, ni mucho menos, sino porque había que aprovechar el marco fiscal favorable a un incremento de la recaudación, como el milagro de los panes y los peces. La llamada de aviso a las patronales sectoriales se produjo el lunes 24 de septiembre: "Vía libre al plan. Se llamará PIVE".