Desde hace 42 años, el Mercedes Clase G está considerado el ‘mejor todoterreno del mundo’, un objeto de deseo para los apasionados del off road más sofisticado. La marca de la estrella ha fabricado ya más de 400.000 unidades de este singular modelo que fue papamóvil, ganó el París Dakar en 1983 e incluso tuvo una serie especial limitada Maybach, en 2017, con un motor biturbo V12 de 630 caballos y un precio de más de 600.000 euros.
Su resistencia y fiabilidad han hecho que el 80% de las unidades fabricadas sigan circulando actualmente y, además, sus propietarios lo quieren tanto que el 60% de ellos se lo hacen a medida. Tiene hasta un millón de combinaciones posibles y solo en asientos hay 64 opciones diferentes.
Pieza de artesanía
Ahora está dispuesto a explotar su vena artística y en un país donde eso es algo muy serio, México. El equipo de Graz, donde se produce el Clase G para todo el mundo, ha confiado a un par de artistas mexicanos, de Oaxaca, María y Jacobo Ángeles, la tarea de transformar este ícono atemporal en una obra maestra del arte zapoteca. Un Clase G que rinde homenaje a los grandes artistas mexicanos, los muralistas universales como Diego Rivera, José Orozco y David Alfaro Siqueiros o la inmortal Frida Kahlo.
María y Jacobo han pintado la carrocería del Clase G como si fuera una pieza de artesanía indígena, reinventando el arte de las culturas precolombinas en esta región de América. Un vestido de colores que se ha convertido ya en la personalización más exclusiva del Clase G pero con estilo mexicano.