La guerra entre el Gobierno italiano que preside Giorgia Meloni y el grupo automovilístico Stellantis que dirige Carlos Tavares no tiene tregua. La última batalla se ha librado en el puerto de Livorno (Toscana), donde la Guardia di Finanza (una policía fiscal) y la agencia de aduanas y monopolio ha bloqueado 134 Fiat Topolino por llevar en los laterales una pegatina de la bandera italiana y estar fabricados en Marruecos.
Las autoridades italianas apelan a una ley de 2004 que establece como delito “la comercialización de productos con indicaciones falsas y falaces de procedencia u origen”. Es la misma ley que se aplicó hace un mes a Alfa Romeo para obligarle a renunciar al nombre Milano (la ciudad italiana) para su nuevo modelo, que ahora se llama Junior. Se trata de una ley que nació para defender el queso parmesano de las falsificaciones. Ahora los 134 Fiat Topolino permanecen bajo custodia en los almacenes del puerto, 119 corresponden a la versión básica, Fiat Topolino, y 15 de la más sofisticada Dolcevita.
El Fiat Topolino es un derivado del Citroën Ami, un pequeño cuadriculo eléctrico, que se puede conducir sin carnet, y que Stellantis ha extendido a otras marcas del grupo, Opel y Fiat. El Topolino se presentó el pasado verano en Turín y a diferencia del Citroën y Opel apostaba por un diseño más marcado y con mucha influencia italiana, incluido el nombre que toma de un antiguo modelo de Fiat de 1936, también muy pequeño. Su precio se sitúa por debajo de los 10.000 euros y es muy importante para Fiat porque el Citroén Ami está teniendo un gran éxito en Italia donde gustan mucho este tipo de coches pequeños.
Pugna de Italia con Stellantis
Stellantis ya ha anunciado que retirará la pegatina de la bandera italiana de los Topolino incautados, con la autorización de las autoridades, y de los que lleguen posteriormente. Ya añadió que la finalidad de la pegatina era indicar el origen empresarial del producto que tiene un diseño especial ideado y desarrollado en Turín por un equipo del Centro Stile de Fiat. La empresa indicó también que desde el momento de la presentación del modelo “siempre ha sido clara al declarar que se fabrica en Marruecos”.
El Gobierno de Giorgia Meloni acusa Stellantis de perjudicar a las fábricas italianas del grupo frente a las francesas, pese a que el principal accionista del grupo es el fondo Exor de la familia Agnelli fundadora de Fiat. Enfrente tiene el CEO de Stellantis, el portugués Carlos Tavares que saca como bandera sus inversiones en las plantas de Italia y acusa al ejecutivo del país de “fake news” al tiempo que pide más ayudas para el mercado de eléctricos y critica al gobierno de Meloni por favorecer la llegada de un grupo automovilístico chino.