Hace unos días pasé por el taller mecánico y salí decepcionado. El taller cometió errores de bulto a pesar de tener una larga experiencia y de sufrir el contexto de crisis en la postventa de automóviles. Fueron pifias sobradamente catalogadas en los manuales que analizan los fallos de los talleres que pierden clientela.

En la encuesta de satisfacción telefónica que me hicieron unos días después de pasar por el taller, dejé a la encuestadora de pasta de boniato ante la retahíla de problemas detectados. El cuestionario se convirtió en una encuesta de INsatisfacción.

Publicidad engañosa. Acudí al taller de un concesionario oficial de una marca de gran consumo atraído por una oferta de verano de una revisión completa por 149 euros con todo incluido. La primera reacción del mecánico encargado de la recepción del taller fue la de ignorar la oferta que tenía detrás con un póster gigante. "Esa oferta no incluye muchas cosas, es básica", dijo el mecánico sin precisar un precio cerrado de la revisión, tal como recomiendan los expertos.

Chequeo incompleto. Al dejar el coche avisé de que tenía una lámpara fundida, a lo que el recepcionista me tranquilizó diciendo que las luces entraban en los puntos que se chequeaban habitualmente. Al salir del taller y llegar a casa, compruebo que la bombilla sigue fundida. Para más inri, la encuestadora, probablemente de una empresa externa subcontratada, ni el propio taller no ofrecen ninguna solución ante este error flagrante que deja la confianza a la altura del betún.

Piezas gastadas ocultas. Otro error consistió en no mostrar los discos y las pastillas de freno que cambié en mi vehículo. Enseñar esas piezas gastadas hubiera sido un gesto de transparencia que aumentaría la confianza del cliente en el establecimiento. Otros talleres a los que he ido en mi larga trayectoria como usuario sí tienen por norma mostrar los componentes sustituidos.

Coche sucio. Recogí el vehículo tal como lo entregué, es decir, igual de sucio. Con esa actitud el taller pierde puntos frente a otros que tienen el detalle de pasar el coche por el tren de lavado.

Puntos a favor. Entre los escasos puntos a favor se encontraban la proximidad a mi domicilio y que abonen el importe de dos billetes de transporte público. Un descuento de 4,50 euros! Mi nota final, para no hacer sangre, fue de un cinco, aunque ahora me arrepiento y le hubiera dado un 4. Creo que aplicaciones como Tallerator crecerán mucho gracias a la ineficacia de talleres como este y si saben dar información clave como la puntuación de los establecimientos.