La fábrica de Volkswagen en la sede central de la compañía en Wolfsburg vivió en 1974 un cambio arriesgado. En plena crisis del petróleo, dejó de producir el Beetle, el emblema internacional de la marca alemana, y empezó a fabricar un modelo nuevo compacto que llamó Golf basado en un prototipo de Giugiaro. La filosofía era la misma, ofrecer al mercado un modelo asequible para las clases populares.
Hoy, 39 años después del lanzamiento del Golf, es obvio decir que la apuesta que hizo Volkswagen ha sido exitosa y explica en buena parte el auge del grupo alemán hasta subir al podio de las tres primeras marcas mundiales en volumen de producción. Los primeros frutos positivos no tardaron en llegar y a los dos años ya se alcanzó la cifra de un millón de unidades producidas. Desde 1974 se han fabricado 30 millones de unidades del modelo superventas de Volkswagen, que se ha convertido en el primer coche global a gran escala con una media de 2.000 vehículos al día.
Aunque la unidad número 30 millones se fabricó simbólicamente hace unos días en la megaplanta de Wolfsburg, el modelo se produce actualmente en seis factorías e Europa, América y Asia. Además de Wolfsburg, el Golf se ensambla en las plantas alemanas de Zwickau y Osnabrück (la versión Cabriolet), la mexicana de Puebla (Estate), la brasileña de Curitiba y la china de Changchun.
El Golf se ha consolidado durante sus 39 años de existencia y siete generaciones en un embajador del estilo alemán en la automoción, que durante muchos años fue sinónimo de sobriedad y, porqué no decirlo, y de diseño aburrido y conservador. La séptima y última generación ha sido la más arriesgada en diseño aunque conservando los rasgos de la personalidad de un modelo en el que sería muy arriesgado aplicar una imagen rupturista. Es como anunciar un GTI con la canción My Way de Frank Sinatra de banda sonora.
El Golf es quizá el coche al que más se le puede aplicar la etiqueta "de todos" por su elevado volumen de ventas y longevidad. Todos hemos tenido un Golf o conocemos a alguien que lo ha tenido. A pesar de ser un coche común, o precisamente por eso, el Golf ha sido utilizado para dar una imagen de austeridad (Iñaki Urdangarín y la infanta Cristina en las vacaciones de 2012) y se ha cotizado hasta 190.000 euros en el caso del coche que tuvo Joseph Ratzinger cuando era joven y no se podía imaginar que llegaría a Papa. El Golf de segunda generación que conducía una treintañera Angela Merkel se cotizó mucho menos, 10.165 euros.