Los coches que se vendan en la Unión Europea tendrán que ser más ecológicos en el futuro, no solo en sus emisiones, sino también en sus materiales. La Comisión Europea quiere impulsar la tendencia que ya se detecta en el sector de automoción a utilizar materiales reciclados, Bruselas queire imponer como objetivo que el 25% del plastico utilizado en un modelo sea reciclado de botellas u otros objetos.
La Comisión Europea ha presentado una propuesta legislativa para aumentar la circularidad de los vehículos rodados, desde el diseño a la gestión de deshechos, con objetivos como utilizar un 25 % de plástico reciclado o facilitar que las piezas se puedan reciclar al final de su vida útil. La revisión de la Directiva de Fin de Vida de los Vehículos, que tendrá que negociarse con los países a través del Consejo de la UE y con el Parlamento Europeo, aspira a "generar 1.800 millones de euros de ingresos en 2035, con empleos adicionales y flujos de ingresos reforzados para la industrias de la gestión de deshechos y el reciclaje".
Reciclaje de materiales preciados
"En los próximos años llegarán al mercado cada vez más automóviles de cero emisiones, lo que aumentará la demanda de materias primas valiosas", dijo en un comunicado el vicepresidente de la Comisión Europea para el Pacto Verde, Frans Timmermans. Añadió que "la propuesta de hoy garantizará que reciclamos y reutilizamos la mayor cantidad posible de estos materiales",
Bruselas calcula que el impacto de sus medidas repercutirá en un aumento de costes de 70 euros por vehículo nuevo comercializado en 2035 y proyecta que los nuevos requisitos incentivarán la creación de 22.100 empleos en el sector del reciclaje y evitarán 12,3 millones de toneladas equivalentes de CO2 hasta 2035.
La Comisión también estima que generará un ahorro de 2.800 millones de euros en materias primas gracias al reciclaje de parte de los materiales de los 6 millones de vehículos que cada año acaban su vida útil en Europa.
Compromisos para los fabricantes
La propuesta, que invita a que se empiecen a fijar los objetivos entre 2025 y 2028 y alcancen su plena implementación hacia 2032, arranca con el diseño de los vehículos y se fija en particular en el plástico, ya que el sector de la automoción utiliza el 10 % de todo el que se consume en la Unión Europea. La Comisión sugiere que "más adelante" también se puedan fijar objetivos obligatorios de contenido reciclado de otros materiales como acero, aluminio, neodimio, disprosio, praseodimio, terbio, samario, boro o magnesio, si los análisis de impacto muestran su viabilidad.
Por ahora, Bruselas quiere exigir a los fabricantes que garanticen que el 25 % del plástico de cada vehículo es de origen reciclado y que una cuarta parte de este provenga a su vez de plástico empleado previamente en otros vehículos. Los constructores también deberán aportar "instrucciones claras y detalladas" sobre cómo reemplazar y quitar piezas y componentes tanto durante la vida útil de un vehículo como después, y la CE abre la puerta a que los fabricantes puedan tener que financiar "los costes de reciclado que no pueden cubrir los propios recicladores".
El Ejecutivo quiere además que la revisión no sólo se centre sólo en coches y furgonetas, como la legislación vigente, sino que abarque progresivamente a camiones, autobuses y motocicletas. Bruselas también plantea que el 30 % de las piezas de plástico de los vehículos deba ser reciclable, para elevar el nivel medio actual del 19 %.
La negociación de Euro 7, encallada
Por otro lado, la propuesta intentará también reducir el número de "vehículos desaparecidos" con "nuevas medidas de trazabilidad y control", así como la prohibición de vender a terceros países vehículos que no estén en condiciones de circular por las carreteras europeas, ya que la UE es el primer exportador mundial de vehículos usados, con 870.000 unidades revendidas en 2020.
La nueva iniciativa de la CE llega mientras está pendiente de negociación otra de sus propuestas, la norma Euro 7 presentada el pasado noviembre, que marca los límites máximos de emisiones contaminantes en vehículos diésel y gasolina desde 2025 hasta 2035, incluidas las partículas que desprenden los frenos y las ruedas.
La industria de la automoción ha criticado ampliamente esa normativa, que cree que aumentaría las trabas burocráticas y los costes sin apenas beneficios prácticos pues a partir de 2035 no se podrán vender en la UE coches nuevos que emitan CO2. La propuesta está paralizada y todo indica que el Parlamento Europeo y los países de la UE no cerrarán la negociación de la normativa antes de que acabe el ciclo legislativo comunitario con las elecciones a la Eurocámara de 2024.
También está en trámite legislativo otra propuesta comunitaria del pasado febrero para que los camiones y autobuses de larga distancia reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero respecto a los niveles de 2019 en un 45 % en 2030, un 65 % en 2035 y un 90 % en 2040.