La reciente crisis del Mar Rojo, si algo nos deja claro, es la vulnerabilidad de las cadenas de suministro globales en la industria. Llevamos años sufriendo diferentes embestidas y es imperativo y necesario revisar toda la cadena de valor en Europa y replantearla con una estrategia industrial europea a largo plazo. 


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El problema logístico derivado de la rotura de stocks y la escasez de componentes es un recordatorio crudo de esta vulnerabilidad. La dependencia excesiva de rutas marítimas específicas nos ha dejado expuestos al llamado “efecto mariposa” con eventos imprevistos, como bloqueos del Canal de Suez o crisis geopolíticas en el Mar Rojo. La necesidad de diversificar y fortalecer nuestras fuentes de suministro es más evidente que nunca. 

Estas crisis no solo generan demoras en los tiempos de entregas, sino que incrementan los costos que habían empezado a equilibrarse después de alcanzar máximos durante la pandemia. Pues no solo son los contenedores, de repente, escasos; los barcos tampoco están en el lugar correcto en el momento indicado. Y, por tanto, a corto plazo, los retrasos en las entregas de contenedores y materias primas son inevitables. 

Flete de aviones

Ante esta situación, las empresas se han visto obligadas a fletar aviones para traer componentes e intentar así no parar líneas de producción. Pero estas acciones llevan consigo incrementos de coste significativos que si se alargan pueden tener un impacto en los precios y en el esfuerzo por reducir los niveles de inflación. 

Debemos reconsiderar nuestra estrategia de aprovisionamiento. Una cadena de suministro resiliente es clave. La solución no es fácil, pero el replantear una cadena de suministro en esta estrategia industrial europea pasa por:

  • Favorecer la colaboración con la estructura de proveedores europeos establecidos que trabajan con éxito y reducir la dependencia asiática en la industria. A través de la relocalización en componentes clave dentro del ecosistema de movilidad sostenible del futuro.
  • Buscar proveedores logísticos alternativos que combinen rutas marítimas, terrestres y aéreas con una monitorización constante que reduzca la incertidumbre existente en la cadena de suministro.

Nos encontramos ante un nuevo reto de la industria europea, la relocalización lleva consigo el gran desafío de reactivar o favorecer industrias clave para el ecosistema de movilidad. Pero mantener el nivel de competitividad del sector y establecer políticas europeas que ayuden a nuestras empresas es totalmente necesario en este cambio de realidad y estrategia global.

El talento y la especialización, el salvavidas de la industria

Más allá de evitar demoras, la apuesta por proveedores locales ofrece una oportunidad única de revitalizar y promover competencias necesarias para la industria. La crisis actual nos brinda la ocasión de volver a conectar con nuestras raíces industriales y apostar por oficios nuevos y tradicionales que han sido deslocalizados tras la era de la globalización. Esto nos lleva a promover la especialización y conectar el mundo educativo mediante plataformas de talento, como la que ha impulsado el CIAC, que ayuda a las empresas encontrar perfiles alineados a sus necesidades en un sector que cambia a la velocidad de la luz. 

Esto implica invertir en programas de formación, colaborar estrechamente con instituciones educativas y fomentar un ambiente propicio para la innovación y la creatividad.
La sostenibilidad debe estar en el centro de nuestras decisiones empresariales

La reducción de la dependencia de suministros en otros continentes no solo mitigará los retrasos, sino que también contribuirá a reducir nuestra huella de carbono, uno de los desafíos que debemos tener muy en cuenta a la hora de reconfigurar el nuevo mapa de cadenas de suministro en todo el mundo. 

Más proveedores locales

La crisis climática debe estar en el centro de nuestras decisiones empresariales y trabajar con proveedores locales es un paso fundamental en esa dirección. Al reducir las distancias en la cadena de suministro, contribuimos a minimizar la huella de carbono asociada con el transporte de materias primas y componentes, un paso necesario para crear un mundo más sostenible.

De la misma forma, la relocalización nos ayuda a avanzar en la adopción de prácticas de economía circular, donde se minimiza el desperdicio y se maximiza la reutilización y el reciclaje de materiales, contribuyendo así a una gestión más sostenible de los recursos. Un paso más en el objetivo común de que la automoción sea compatible con los objetivos climáticos más ambiciosos.

En resumen, los últimos acontecimientos geopolíticos nos ponen de manifiesto, una vez más, la necesidad de una política Industrial europea que desarrolle un ecosistema de movilidad sostenible y conectada en Europa con el objetivo de mantener el nivel de competitividad de nuestras empresas de forma global.