El año 2020 encara la recta final con buenas noticias en un contexto de extremada dureza e imprevisibilidad. La llegada de las primeras vacunas simbolizan la luz al final del túnel de un año marcado por el golpe que nos ha dado el coronavirus. Un año después de las primeras alertas procedentes de China, las primeras vacunas han sido inyectadas en ciudadanos europeos en lo que supone, también, una inyección de moral y esperanza de mejora en 2021 en el terreno sanitario y en el económico.
El sector del transporte se ha volcado en la distribución de la vacuna de Pfizer y de las que vendrán a continuación de otros laboratorios farmacéuticos. Como si se tratara del traslado del tesoro del Banco Central Europeo, las preciadas ampollas han llegado en contenedores a 80 grados bajo cero en avión y después en furgonetas escoltadas por la Guardia Civil y el Ejército en un despliegue para las cámaras de televisión.
Sin duda es una buena noticia para todos, también para la industria de automoción, que sufrirá una caída de alrededor del 30% en la producción y las ventas en España. A esta buena nueva se ha unido el acuerdo sobre el Brexit, que se había convertido en imprescindible para que ninguna de las dos partes resultaran gravemente perjudicadas con la imposición de aranceles.
Gran desconfianza
Sin embargo, tanto en las vacunas como en el Brexit se trata de buenas noticias que han llegado envueltas de desconfianza. En el caso del pacto sobre el Brexit, el texto incluye salvaguardas de activación rápida para el caso de que, a juicio de una parte, se produzcan incumplimientos como la imposición de barreras en el comercio o el proteccionismo de algunos sectores. En el caso de la vacunación, se enfrenta a meses a corto plazo de previsible subida de los contagios a la espera de que se vaya extendiendo la inmunidad y de que no surjan imprevistos graves como pueden ser las nuevas cepas incontroladas.
Las grandes compañías automovilísticas también tienen prisa por inmunizarse con la llegada de las vacunas a sus trabajadores para evitar nuevos riesgos de contagio internos que hasta ahora se han podido evitar en buena medida gracias a las medidas de prevención. Por ello, compañías como GM, Ford y Volkwagen se plantean vacunar directamente a sus empleados, de la misma manera que han hecho con las pruebas PCR a la plantilla en varias ocasiones, como hizo Seat.
La mejor vacuna no es solo la sanitaria contra el virus, sino la mejora de la economía que acarreará con la reapertura progresiva de actividades, la vuelta al trabajo de empleados que han sufrido una larga travesía del desierto y la puesta en marcha de los engranajes de nuestra economía, en la que todo está interconectado. La fabricación de coches y su venta dependen de que haya clientes en disposición económica y psicológica de comprarlos. La terapia será lenta, pero se irá acelerando gracias a la llegada de la vacuna, el mejor regalo de Navidad.