Llegó el temido día para la plantilla de Nissan de Barcelona. Después de 42 años bajo la dirección de la multinacional japonesa, la factoría ha producido el último vehículo unos días antes del cierre de las instalaciones. Nunca antes se habían visto tantos abrazos y corrillos de empleados al acabar su último turno en una fábrica y una empresa a la que muchos han dedicado toda o casi toda su vida laboral.
Aunque Nissan negó la entrada a la fábrica a los periodistas en el último día de producción, los trabajadores inmortalizaron ese momento histórico con numerosos vídeos y fotos en redes sociales. "Señores, este es el último tornillo que ponemos en Nissan Barcelona", proclamó el operario al que le tocó rematar la 'pickup' Navara de color blanco con la que se cerró la línea de montaje número dos este jueves 16 de diciembre, tal como se puede ver en el vídeo del grupo de Facebook Nissan Zona Franca. Unos días antes se hizo lo mismo con la línea que ensamblaba la furgoneta e-NV200, que aparece sobreimpresionada en algunos de los autocares que trasladan a la plantilla con el lema de haber sido el pionero de los vehículos eléctricos en la industria. Ese honor no sirvió para frenar el repliegue industrial de Nissan para concentrar sus operaciones en Reino Unido y ceder producción a Renault.
"Cóctel de emociones"
Los aplausos y los abrazos con los que se cerró la presencia industrial de Nissan en Barcelona eran síntomas del "cóctel de emociones" que dominaron a los 3.000 trabajadores de la compañía, según explicó Carlos. "Unos ríen, otros lloran. Creo que es algo que sabíamos pero que no esperábamos hasta que ha llegado el último día", asegura este empleado al dejar la fábrica en la que ha trabajado durante 22 años. Se ha propuesto coger el toro por los cuernos y seguir adelante a pesar de que todavía no está clara la alternativa que le espera tras la fuga del grupo chino Great Wall Motor. "Con 49 años -dice-, tengo un poco de vértigo a lo que viene, pero hay que afrontarlo, no queda otra".
"Ha sido un día muy triste para nosotros. Hace días que se están yendo algunos compañeros y llevamos la tristeza acumulada", destaca Míriam, con una mochila a sus espaldas de 16 años de trabajo en Nissan Barcelona, donde también es delegada por el sindicato UGT. Pese a la dureza emocional de la jornada en la que se paró la línea de montaje tras 42 años y 3,3 millones de vehículos, Míriam tiene claro que habrá otro capítulo: "Confiamos en volver a entrar. No sabemos cómo nos llamaremos, pero volveremos a entrar".
Golpe a la industria
Pero la procesión va por dentro de los empleados, que en algunos casos declinan hablar con los periodistas. "Hoy se van los últimos trabajadores y los ánimos están muy bajos. Pierden su puesto de trabajo, se despiden de sus compañeros de toda la vida y sumado a que nos hemos llevado el varapalo de la decisión de Great Wall Motor. Es duro", reconoce Miguel Ángel Boiza, responsable de CCOO en Nissan Motor Ibérica.
Su colega de Sigen-USOC Miguel Ruiz resume cómo se ha vivido el último turno de producción en Nissan Barcelona: "Ha sido un día muy difícil y muy complejo porque hay un cúmulo de sentimientos de indignación, frustración y decepción y son muchos años trabajando en esta planta". Pero también es un día duro para el sector de automoción, la industria y la economía, según Ruiz: "Que cierre una empresa con 40 años en Cataluña y 100 años en España (Motor Ibérica) es un golpe durísimo para nosotros y todo el parque de proveedores".
"Esto no se acaba aquí"
El escenario ideal de que los trabajadores dejaran su puesto sabiendo en qué empresa se recolocarían no ha sido posible pese a que se empezó a trabajar en la reindustrialización poco después de firmar el acuerdo de cierre en agosto de 2020. "Los trabajadores se han ido con la incertidumbre y sin la claridad de dónde irán en el futuro. Eso es lo que tenemos que despejar en las próximas semanas", afirma Miguel Ruiz.
La alternativa para recolocar a los 1.500 empleados que no se prejubilarán pasa por los proyectos de la alianza de proyectos pequeños y medianos D-Hub, encabezada por la catalana QEV Technologies, y por el fabricante de motos Silence, que se quedaría con la planta de Montcada i Reixac. En las próximas reuniones, los sindicatos se han marcado como prioridad acotar el potencial real e inmediato del consorcio D-Hub para saber si es necesario que entren en juego otros proyectos en la reserva, como el del mantenimiento de blindados militares o los logísticos. "Los proyectos logísticos son la última opción. No podemos permitir que Industria esté dando cifras que incluyen empleos de la logística. Aquí se pierden empleos de calidad, de la industria, que hay que mantenerla", subraya Miguel Ángel Boiza.
Junto al acceso de la histórica factoría de la Zona Franca, varios compañeros de trabajo se despiden fundiéndose en un abrazo colectivo compartido, como si fueran jugadores de un equipo de baloncesto que tienen que remontar un resultado adverso. "La vida sigue. Hay que seguir luchando. Esto no se acaba aquí", dice una trabajadora.