La fusión entre Fiat y Renault que llevaban meses negociando en secreto las direcciones de ambos grupos tendrá que esperar. El proyecto para crear un gigante mundial de la automoción ha chocado con varios obstáculos que los directivos que han capitaneado los contactos no habían calculado bien. El ministro de Finanzas de Francia, Bruno le Maire, ha dejado claro el problema de fondo y ha apuntado cuál puede ser la solución.
"Cambiemos las cosas en el orden correcto. Eso significa primero la consolidación de la alianza, y luego la consolidación (con otros socios), y no una antes de la otra, porque de lo contrario, corre el riesgo de que todo se derrumbe como un castillo de naipes". ha indicado Bruno le Maire en declaraciones a la agencia AFP después de que Fiat haya anunciado que retira su propuesta de fusión porque no se da el clima político adecuado en Francia.
Acto seguido, el ministro francés ha planteado cuál puede ser la solución a lo que parece un problema irresoluble como la marcha atrás del grupo Fiat Chrysler (FCA) a su matrimonio con Renault. "Podemos reducir la participación del Estado en el capital" de Renault, agregó el ministro a modo de 'spoiler' de lo que sucederá. "Esto no es un problema siempre que tengamos una alianza más fuerte entre los dos principales fabricantes de automóviles, Renault y Nissa".
Cesiones de París y Turín
Sobre otras posibles reconciliaciones, "estamos abiertos a todas las posibilidades de consolidación siempre que todos los socios estén de acuerdo", dijo Bruno Le Maire. Pero "en temas que involucran cientos de miles de empleos, debemos tomarnos su tiempo, no actuaremos apresuradamente".
Eso quiere decir que el Gobierno francés acepta ceder poder al recortar su peso en Renault, donde actualmente es el primer accionista con un 15% del capital. Aquí se podría aplicar el dicho de que no hay mal que por bien no venga, aunque eso está por ver y dependerá de si los japoneses de Nissan aceptan una fusión con Renault con mejores condiciones como paso previo para una unión con Fiat que quizá no sea en un plano de igualdad como habían planeado los Agnelli desde las oficinas de Turín con el visto bueno del Ejecutivo de Roma. Una vez que franceses y ajponeses hayan resuelto sus diferencias, será el momento de comprobar si los italianos aceptan una alianza en la que París pueda tener más peso sobre Turín.