Renault ha manifestado su oposición a las alianzas entre empresas automovilísticas para comprar derechos de emisión de CO2 y esquivar así las multas de la Unión Europea (UE). La compañía señaló que esta práctica, aunque legal, podría debilitar a la industria automovilística europea en su conjunto. Sin embargo, no la descarta completamente.
Desde el 1 de enero, la UE ha endurecido significativamente los límites de emisiones de CO2 para los automóviles nuevos. Según la normativa, al menos un 20% de las ventas de cada fabricante deben corresponder a vehículos eléctricos (VE) para evitar multas millonarias. Sin embargo, muchos fabricantes que no han alcanzado este umbral están optando por "agrupar" sus emisiones con las de marcas 100% eléctricas como Tesla, Polestar, Volvo y Smart, mediante la compra de derechos de emisión.
Renault apuesta por el cumplimiento individual
Renault, que previamente había expresado preocupaciones sobre su capacidad para alcanzar los objetivos de 2025, ha cambiado de tono. Ahora asegura que podrá cumplir con los estrictos requisitos sin necesidad de recurrir a alianzas de emisiones, a pesar de las advertencias previas de su CEO, Luca de Meo. El fabricante francés destacó su compromiso con los objetivos de descarbonización, pero considera que el uso de créditos de emisión comprados a competidores socava la competitividad de la industria automovilística europea y refuerza la dependencia de actores externos.
Renault ha insistido en la necesidad de que la Comisión Europea adopte una postura más flexible frente a las normativas de emisiones. Según la compañía, las actuales exigencias empujan a los fabricantes a tomar decisiones "contraproducentes", como la compra de créditos a sus competidores o incluso recortes en la producción, lo que amenaza la estabilidad de la industria europea.
Un debate sectorial
Mientras otras empresas como Stellantis, Mercedes y Toyota han optado por formar consorcios para compartir derechos de emisión y evitar multas, Renault ha decidido seguir un camino independiente. Este posicionamiento pone de relieve las divisiones dentro del sector sobre cómo afrontar las estrictas normativas ambientales. Renault argumenta que, más allá de cumplir con las metas regulatorias, la industria necesita un enfoque que priorice la sostenibilidad a largo plazo, sin comprometer la competitividad de las marcas europeas frente a las estadounidenses o chinas.