El convenio colectivo de la fábrica de Mercedes de Vitoria, que abre la puerta a una inversión de 1.200 millones, ha sido ratificado por el 57% de la plantilla global. Sin embargo, el referéndum celebrado bajo presión deja a la plantilla dividida ya que el no ha ganado entre los operarios de los talleres con un 52% mientras que en las oficinas ha triunfado el voto a favor con un 90%.
El resultado conjunto es un aval del 57% de toda la plantilla conseguido en un referéndum decisivo con una participación del 90% de los 4.836 empleados con derecho a voto ha supuesto un alivio para la mayoría sindical que firmó el preacuerdo, según destaca Crónica Vasca, la dirección de la compañía y las instituciones. Incluso los sindicatos contrarios parece que acatan el resultado de las urnas.
Un total de 2.601 trabajadores votaron a favor del preacuerdo alcanzado por los sindicatos UGT, CCOO, Ekintza y PIM. En el otro extremo, 1.939 empleados (un 43%) mostraron su rechazo al convenio, tal como pedían los sindicatos contrarios ELA, LAB y ESK. Además hubo 14 papeletas en blanco y 19 nulas.
Los operarios, en contra
El sindicato ELA destacó la polarización de la votación con un rechazo en los talleres (1.897 no frente a 1.639 sí) frente al amplio respaldo del personal de oficinas (502 si y 52 no). "Los trabajadores y trabajadoras de los talleres de Mercedes, que son a quienes realmente se aplicará el convenio, se han mostrado en contra del acuerdo", ha subrayado el sindicato en su cuenta de Twitter.
Todas las instituciones vascas implicadas, la patronal alavesa SEA y el lehendakari, Iñigo Urkullu, habían advertido en los días previos a la votación de la importancia de firmar un acuerdo entre trabajadores y dirección de Mercedes para garantizar la inversión anunciada en esta planta de 1.200 millones para producir una nueva furgoneta 100% eléctrica. La planta da trabajao, además de a 5.000 empleados de Mercedes, a otros 30.000 trabajadores de proveedores de componentes y servicios del País Vasco.
La dirección de la multinacional alemana había advertido que una negativa al convenio hubiera dejado la factoría en una situación de riesgo que quedarse sin proyecto de futuro para la movilidad eléctrica. La inversión de 1.200 millones de euros permitirá moderniza la planta de Vitoria y duplicar su capacidad de producción, además de adaptarla a la fabricación de los nuevos modelos eléctricos.
"Decisión histórica"
CCOO ha calificado de "decisión histórica" el aval dado al preacuerdo. "Era imprescindible para el futuro de la planta, ya que traerá la mayor inversión de su historia, y, sobre todo, mejorará las condiciones" de los trabajadores, ha explicado en un comunicado. Este sindicato ha subrayado también que el 57% de la plantilla haya dado su apoyo al convenio "en un contexto contaminado por otras organizaciones sindicales que han denostado el acuerdo, el bienestar de la plantilla y el futuro de la planta".
Este referéndum ha tenido lugar tras las huelgas de las últimas semanas que han parado la producción de furgonetas durante nueve días. Tras el sí de la plantilla al convenio, queda por ver si ELA, LAB y ESK mantendrán los tres nuevos paros previstos para el miércoles, jueves y viernes de esta semana o si los desconvocan.
Huelgas pendientes
El representante de LAB, Mikel Díaz de Alda, ha recordado que rechazaron el convenio porque las subidas salariales no iban vinculadas al IPC. "La plantilla ha demostrado que ha peleado y quiere pelear por unas condiciones de trabajo dignas y que ese es el camino para que en los siguientes convenios se consigan unas mejores condiciones de trabajo", ha dicho el representante de LAB en Mercedes.
El preacuerdo al que la plantilla ha dado su aval contempla una paga de 4.000 euros brutos no consolidable correspondiente a 2021, un incremento salarial del 6 % este año y subidas del 2,25 % desde 2023 hasta 2026, así como otras mejoras económicas y laborales. Sin embargo, no hay garantía de revisión en función de la subida real del IPC, como sí ha incorporado el convenio de Seat recién firmado. Además, la dirección accedió a no implantar la sexta noche de trabajo semanal, por el rechazo frontal de los sindicatos.