Los 1.000 nuevos empleados contratados en la planta de Land Rover en el Reino Unido creen en el ave Fénix. Se acaban de incorporar al tercer turno en la factoría de Halewood para fabricar el exitoso modelo Evoque incluso de noche. Son un botón de muestra del nuevo esplendor que está viviendo una hasta hace poco decadente industria automovilística británica. La nueva industria ha emergido de la mano de multinacionales extranjeras que han colonizado las viejas marcas asociadas a la mismísima reina y a personajes como James Bond o Mister Bean. Su viejo Mini fue remozado por BMW, que lo sigue produciendo en el Reino Unido.

Además de alemanes, el abanico de los nuevos dueños de las fábricas de vehículos incluye el imperio creado por el magnate indio Ratan Tata, que con la compra de Land Rover y Jaguar dio un salto de gigante en la búsqueda de prestigio internacional y, de paso, puso un pie en Europa. Los que conocen a Tata, dicen de él que se implica en los detalles de su empresa hasta el punto de intervenir en el diseño de los modelos.

Pues hay que reconocer que Tata y su equipo han acertado con el Range Rover Evoque, un todoterreno-SUV que ha revolucionado la imagen de la marca y le ha abierto las puertas de un público más amplio dispuesto a pagar unos 40.000 euros por diferenciarse de la manada premium. Otro grupo que ha levantado la nueva industria británica es la alianza Renault-Nissan. Gracias a la buena conexión de directivos británicos como Trevor Mann al frente de Nissan Europe con el primer ministro David Cameron y su equipo y al éxito del modelo Qashqai han llovido sobre las islas las inversiones millonarias y los nuevos empleos en la planta de Sunderland.

Lluvia de 5.000 millones de euros

El compromiso de los 15 fabricantes instalados en el país (siete de gran volumen y otros 8 más especializados) se concreta en un nivel de inversiones comprometidas de 5.000 millones que crearán 9.900 empleos y permitirán mantener otros 12.000, según las estimaciones de la Sociedad de Fabricantes y Vendedores de Vehículos de Gran Bretaña (SMMT).

Aunque el país tiene dos fabricantes menos y ha perdido más de 100.000 empleos respecto al 2005, la producción no para de aumentar a un ritmo del 15% en lo que llevamos de año y ya ha recuperado el volumen anterior al inicio de la crisis. Es la envidia de España que, aunque sigue fabricando casi un millón más de vehículos que Gran Bretaña, sufre una caída de producción del 16%.

Desde el fuerte golpe económico, laboral y moral que supuso el cierre en el 2006 de una fábrica del grupo francés PSA en Ryton, con una plantilla de 2.500 empleados, las facilidades del Gobierno británico y de los sindicatos han allanado el camino a nuevas inversiones. Una de las últimas y más significativas es la decisión de General Motors de trasladar la producción del Opel Astra, su superventas en Europa, de Alemania a su planta inglesa de Ellesmere Port.

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