Se acabó la paz laboral en General Motors. El sindicato United Auto Workers (UAW), el mayor del sector de automoción, ha convocado a la huelga a 48.000 trabajadores del gigante estadounidense GM, lo que supone enfrentar a la compañía a su primera huelga en todo EEUU en 12 años.
"No nos tomamos esto a la ligera (...) Es nuestro último recurso", aseguró Terry Dittes, el vicepresidente del sindicato y encargado de las relaciones con GM, durante una rueda de prensa en Detroit, la sede del que fuera el primer productor mundial de automóviles en el siglo XX.
Dittes anunció que la huelga comenzó en la medianoche del domingo, justo después de que haya expirado el convenio colectivo firmado hace cuatro años y cuya renovación se estaba negociando. El sindicato reclama salarios justos, un seguro médico asequible, una paga de beneficios, seguridad para los empleos y planes de carrera para los empleados, según explica en la convocatoria de la huelga colgada en su página web.
Cierre de dos plantas
Además, el sindicato ha estado intentando evitar que General Motors cierre dos plantas de producción ubicadas en los estados de Ohio y Michigan. La empresa argumenta que es necesario cerrar esas plantas para responder a los cambios en el mercado automotriz y considera que el sindicato es demasiado exigente con sus peticiones para incrementar salarios y garantizar varios beneficios laborales, como la cobertura médica.
"Los trabajadores hemos sido muy claros sobre lo que vamos a aceptar y lo que no vamos a aceptar", subrayó Dittes en su rueda de prensa. "Nosotros -añadió- estamos defendiendo nuestros salarios, estamos defendiendo la posibilidad de tener una cobertura médica de calidad y que podamos pagar."
Acusación de corrupción
Las negociaciones han estado marcadas por un caos sin precedentes, ya que su presidente, Gary Jones, se enfrenta a cargos federales de corrupción por supuestamente haber usado dinero de la organización para alojarse en hoteles de lujo, comprar puros y jugar al golf.
Mientras, General Motors ha recibido continuos ataques del presidente de EEUU, Donald Trump, que ha recriminado el traslado de una parte de la producción a México, así como el cierre de plantas de producción en Ohio y Michigan, dos estados que podrían ser claves para las elecciones de 2020.