La competencia entre fábricas de un mismo grupo automovilístico para conseguir nuevas inversiones ha sido siempre una característica intrínseca de la industia de automoción. La competencia no era solo contra las factorías de Europa del Este o de China, sino con las de los propios colegas de grupo. Sin embargo, Ford ha dado una profunda vuelta de tuerca a esa competencia interna hasta convocar una subasta casi en público que ha durado meses entre las fábricas de Almussafes y Saarlouis.
La presión ejercida por Ford en un contexto propicio para las pujas a la desesperada (la postpandemia y la crisis de los microchips) ha sido tal que incluso entre los ganadores de Almussafes reina una sensación agridulce. En el Land del Sarre, donde se ubica Sarlouis, reina la rabia y la indignación con Ford por someterlos a una subasta en la que tenían poco que hacer en la lucha por los costes laborales, en los que Valencia gana de calle.
Partida a cara o cruz
Ha sido una partida a cara o cruz, aunque tanto si te tocaba una cosa como la otra habrá recortes de plantilla en el futuro. Los sindicatos esperan ahora que Ford siga destapando sus cartas en esta partida para explicar qué plantilla necesita en Almussafes. Aparentemente, los 1.000 empleados de la línea de montaje de los motores de combustión interna son los más expuestos al riesgo de pérdida de sus puestos de trabajo con el argumento de la compañía de que es necesario reducir la estructura industrial para producir los dos nuevos modelos eléctricos ganados por Valencia. Almussafes redujo de mano de obra en 600 empleos en un ajuste pactado con UGT, el sindicato mayoritario que también ha sido el firmante en solitario del acuerdo de contención de gastos.
A Saarlouis le ha tocado cruz y ahora espera también que Ford muestre sus intenciones, que no pasarían por el cierre total sino por una reconversión con un recorte de plantilla más profundo que el de Valencia. La prensa alemana especula con la supresión de alrededor de más de 2.000 empleos, alrededor de la mitad de los 4.600 trabajadores de las instalaciones de Saarlouis. La fecha clave será la finalización de la producción del Ford Focus a partir de 2025, cuando la planta podría empezar a producir componentes destinados a los vehículos eléctricos de Colonia, que es el centro de electrificación de Ford en Europa, y los de Valencia.
Críticas a Ford
Tanto en Almussafes como en Saarlouis, los sindicatos y los trabajadores focalizan sus críticas a la dirección de Ford y han huido de caer en guerras entre ellos. "Ford ha obligado fríamente a las ubicaciones de Saarlouis y Valencia a una competencia de dumping: gana quien ofrece los costos más bajos, los salarios más bajos, los impuestos y aranceles más bajos y la mayor cantidad de subsidios", aseguró Jorg Hofmann, presidente de IG Metall.
Más concreto y explícito fue el presidente del comité de empresa de Saarlouis, Markus Thal: "Nos han mentido, engañado y dado por culo. Nos han dejado correr tres años contra la pared".
Incluso la Iglesia Evangélica ha criticado a Ford al considerar que "la decisión no reconoció el gran compromiso de los trabajadores y del Gobierno estatal con la preservación de la planta".