Ford Motor Company ha anunciado una nueva inyección de hasta 4.400 millones de euros en su filial alemana Ford-Werke, en un esfuerzo por reducir su abultada deuda y asegurar la viabilidad de su negocio en Europa. Con esta medida, Ford asegura que busca fortalecer su competitividad, aunque con una electrificación ralentizada e inversiones en el limbo en un mercado europeo cada vez más desafiante con una caída de la demanda, la presión de los fabricantes asiáticos y la incertidumbre sobre los aranceles estadounidenses.

Última bala para Ford en Alemania

Ford-Werke, que acumula una deuda de 5.800 millones de euros, continuará su transformación estratégica, centrada en reducir costes y mejorar la eficiencia operativa. Esta inyección de capital sustituye el acuerdo de apoyo financiero que la matriz estadounidense mantenía desde 2006, lo que generó tensiones con el poderoso sindicato IG Metall, que advirtió que sin este respaldo, la filial alemana podría caer en insolvencia en los próximos años.

"Al recapitalizar nuestras operaciones alemanas, apoyamos la transformación de nuestro negocio en Europa y fortalecemos nuestra capacidad de competir con una nueva cartera de productos", afirmó John Lawler, vicepresidente de Ford Motor Company. El ejecutivo también hizo un llamamiento a las autoridades europeas para que establezcan una agenda clara que impulse la adopción del vehículo eléctrico y ajuste los objetivos de emisiones a la realidad del mercado.

Una de las inversiones que Ford tiene en barbecho es la de fabricar coches eléctricos en Almussafes. Tras retrasar sine die esa inversión, Ford dio como plato de consolación y tabla de salvación la producción de un prometedor SUV híbrido a partir de 2027, aunque con el coste de un nuevo recorte de plantilla y un ajuste temporal durante la travesía del desierto.

Un mercado complicado y un futuro incierto

La transición eléctrica en Europa ha sido más lenta de lo esperado, lo que ha obligado a Ford a replantearse su estrategia. A pesar de las dificultades, la compañía mantiene su liderazgo en el segmento de vehículos comerciales, siendo la marca más vendida en Europa por décimo año consecutivo. Además, ha reforzado su apuesta por la electrificación con el lanzamiento de modelos como el Ford Explorer y el Ford Capri, fabricados en la planta de Colonia, y el próximo Puma Gen-E, que se producirá en Rumanía.

Sin embargo, los altos costes de producción, la incertidumbre regulatoria y la creciente competencia de los fabricantes chinos y estadounidenses han puesto en jaque la viabilidad de su operación en Alemania. La inyección de capital es vista como el último esfuerzo de la marca para reflotar su negocio en el país y mantener su presencia en el Viejo Continente.

Ford se enfrenta ahora a un reto mayúsculo: convertir esta inversión en un verdadero punto de inflexión para su filial alemana y evitar que su estructura en Europa siga perdiendo terreno frente a rivales más ágiles y competitivos.