La historia moderna de Volkswagen está asociada, para lo bueno y para lo malo, a la gestión de un directivo todopoderoso. Ferdinand Piëch, expresidente del grupo Volkswagen y accionista de la multinacional, falleció el domingo a los 82 años en unas circunstancias que muestran el aislamiento que sufría en la compañía que convirtió en un gigante mundial. Su legado también incluye la transformación de Seat en una marca con los estándares de Volkswagen.
La muerte de Ferdinand Piëch se ha conocido a través de la noticia publicada por el diario sensacionalista alemán Bild Zeitung, que relata el fallecimiento de la "leyenda del automóvil" después de sufrir un ataque mientras comía con su mujer Úrsula en un restaurante de Rosenheim (Baviera). Según la noticia del diario alemán, reproducida por Reuters y por la prensa del país germano, Ferdinand Piëch se desplomó en el restaurante y falleció de camino al hospital.
Silencio y elogios en Volkswagen
El grupo Volkswagen mantuvo silencio sobre el fallecimiento del que fue su presidente y uno de los principales accionistas del consorcio durante horas, hasta que a media mañana ha emitido un comunicado en el que muestra sus "sinceras condolencias a la familia y rinden homenaje al gran servicio de Piëch a Volkswagen, a las marcas del grupo y al desarrollo del automóvil en general".
Tras el silencio inicial, todo fueron elogios. "Por encima de todo, Ferdinand Piëch llevó la calidad y la perfección hasta el último detalle en la industria de automoción, anclando profundamente en el ADN de Volkswagen. Miro con gratitud y gran respeto el trabajo de su vida", ha indicado Herbert Diess, actual presidente del grupo. Las banderas con el emblema de Volkswagen ondean a media asta en el cuartel general de Wolfsburg y en otras sedes de la compañía en señal de luto.
Mano de hierro de Piëch
Ferdinand Piëch, nacido en 1937 en Viena y nieto de Ferdinand Porsche, controló con mano de hierro y con un poder absoluto las riendas de Volkswagen desde 1993 a 2002 al suceder a Carl Hahn al frente de la compañía. En ese momento, Volkswagen acaba de comprar la mayoría de Seat y Skoda y sufría unas abultadas pérdidas. Entre sus primeras medidas para hacer frente a la delicada situación se encontró el polémico fichaje de José Ignacio López de Arriortúa, conocido en el sector del automóvil como Superlópez y que en ese momento dirigía el departamento de compras de General Motors.
Superlópez y su equipo, entre los que se encontraba Francisco Javier García Sanz, impusieron su disciplina de ahorro de costes en el consorcio alemán y la nueva politica de plataformas compartidas para optimizar las inversiones en el diseño y producción de modelos de las diferentes marcas.
Control férreo de Seat
En Seat, Piëch impuso un férreo control por parte de los directivos alemanes que enviaba a dirigir la reconversión de la marca española para aumentar sus niveles de calidad y de costes en los nuevos estándares de la multinacional. La obsesión de Ferdinand Piëch por los detalles le llevaba con frecuencia a tomar decisiones sobre aspectos tan concretos como las llantas que tenían que lucir los nuevos modelos presentados en los salones del automóvil, lo que acaba desconcertando a los directivos.
Las prioridades del expresidente de Volkswagen incluían la mejora de la ingeniería de la compañía y la expansión del grupo, para lo que compró las emblemñaticas Bugatti, Bentley y Lamborghini. Fue una decisión polémica en línea con otras medidas arriesgadas y discutidas durante toda su carrera, incluso cuando era jefe de desarrollo en Porsche con fuertes inversiones en una serie limitada del modelo Porsche 917.
Dimisión del consejo
Pero los buenos resultados acompañaron a Piëch durante su carrera, como demuestra el éxito del Porshe 917 y la transformación de Volkswagen en una compañía rentable que se acercaba al liderazgo mundial que finalmente consiguió bajo el mandato de su sucesor, Martin Winterkorn, en la etapa en la que estalló el 'dieselgate'.
El enfrentamiento con Martin Winterkorn y con el resto de la familia Porsche y Piëch en vísperas del dieselgate llevó a Ferdinand Piëch a dimitir como presidente del consejo de administración del grupo en un duro choque que significó el inicio del aislamiento en el que finalmente falleció.