La fábrica de Volkswagen de Wolfsburg ha tenido que echar el freno y volver a enviar a sus trabajadores a casa por la falta de pedidos suficientes. Es uno de los primeros síntomas de la llegada de una de las secuelas de postcovid que guarda mucha relación con lo que va camino de convertirse en otro fracaso de Europa.
El ejemplo de las consecuencias que tiene en estos momentos la debilidad de la demanda muestra varias derivadas interesantes. Una de ellas es que es el momento de un Plan Marshall o, como mínimo, de un simple Plan Renove de toda la vida. Pero sería conveniente que fuera inmediato porque la expectativa de las ayudas puede hundir la demanda y devolver al paro a miles de trabajadores.
Ante esa urgencia que se vive cada día en los concesionarios ya abiertos y en las fábricas reactivadas, la Unión Europea ha iniciado una interminable discusión sobre la naturaleza de las ayudas, su montante y cómo se va a distribuir. Lamentable pero muy revelador de los problemas de fondo que tiene la Unión Europea y que afloran con cada problema.
Todos a una
Entre las discusiones entre los ministros europeos se encuentra la fútil dicotomía entre bonificar la compra de los coches eléctricos o híbridos únicamente o bien también los de gasolina y diésel de última generación. Si se opta por la primera opción, las fábricas seguirán temblando por falta de pedidos.
Pero nuestros representantes europeos también están enfrascados en discusiones sobre soberanía, solidaridad y reproches entre supuestos países serios y otros más ligeros de cascos. Es muy llamativo que ni Alemania ni Francia estén entre los 12 países que ha sumado España en una alianza a favor de que la automoción tenga la parte que se merece del Plan Marshall europeo.
Mientras Alemania discute cómo implementar su propio Plan Renove, ignora las peticiones de otros países como España e Italia. Sin embargo, los trabajadores de Volkswagen que tendrán que volver a sus casas por la débil demanda dependen de las ventas no solo en Alemania, sino en toda Europa como principal destino de su producción. Lo mismo sucede en Francia, España e Italia como productores importantes de vehículos.
Necesitamos, todos, que aparezca la UE y que lo haga con eficacia.