En Europa circulan actualmente por sus carreteras unos 2.300 camiones sin emisiones. La cifra, en sí misma, no es despreciable, aunque si se pone en contexto es muy baja puesto que representa únicamente el 0,04% de todos los vehículos pesados en circulación. Aunque el debate público se centra en la necesidad de aumentar las ventas de coches eléctricos, el transporte por carretera suma el 5% de todas las emisiones de CO2 en la Unión Europea, por lo que es una de las claves para conseguir una atmósfera más limpia. Pero ese propósito de reducción de las emisiones de gases choca con un problema básico de matemáticas.
Para cumplir con los objetivos europeos de disminución de CO2 en 2030, sería necesario pasar de esos 2.300 camiones eléctricos o de hidrógeno a unos 200.000, según los cálculos de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA). Eso supone que cada año se deberían matricular unos 18.000 vehículos pesados sin emisiones.
ACEA asegura que la montaña que hay que escalar supone multiplicar por 100 el parque actual de camiones sin emisiones. En realidad, significaría multiplicar por 87 los vehículos pesados limpios, lo que tampoco es un alivio.
Las incógnitas por resolver
El reto que hay por delante para lograr un transporte por carretera más sostenible que se convierte en un desafío que es matemáticamente casi imposible de conseguir, y más en estos momentos de crisis en los que la crisis desencadenada por las restricciones frente a la pandemia alargaran la vida media de los camiones. La antigüedad de los vehículos pesados fue de 13 años en 2019 en la UE, mientras que en España era de 14,4 años y el récord lo ostenta Grecia con 21 años.
Pero hay más problemas de matemáticas por resolver. Para empezar, las autoridades y el sector de automoción no se ponen de acuerdo en el calado del desafío puesto que calculan de forma diferente los camiones limpios que se necesitan. Mientras que ACEA cuantifica en 200.000 camiones sin emisiones lo que se necesitaría para conseguir la reducción de los niveles de CO2 establecidos en 2030, la UE se ha marcado como objetivo que haya 80.000 camiones eléctricos o de hidrógeno en ese año.
“Los fabricantes de camiones europeos están comprometidos con llevar camiones de cero emisiones al mercado y aumentarán rápidamente su gama de ofertas de vehículos de cero emisiones en los próximos años. Sin embargo, no pueden hacer un cambio tan radical y sin precedentes solos”.dijo el director general de ACEA, Eric-Mark Huitema
Por ese motivo, los fabricantes piden medidas como el establecimiento de tarifas viales basadas en CO2, impuestos sobre la energía basados en el contenido de carbono de la misma y un sistema de precios de emisiones de CO2, además de una red de carga más amplia por todo el continente.
Fórmula para reducir el CO2
El director general de Anfac, José López-Tafall, puso el dedo en la llaga en un encuentro sobre la descarbonización del transporte pesado: "Las administraciones han aplicado un plan basado primero en multar y después en conceder ayudas, y este no es el camino. Para impulsar la demanda social y empresarial de vehículos sostenibles hay que facilitar la compra y hay que acabar con la incertidumbre con la elaboración de un plan de movilidad común y homogéneo".
En el mismo encuentro, los representantes de marcas como Iveco, MAN. Renault Trucks, Scania y Volvo Trucks han coincidido en destacar que la colaboración de los entes públicos es "fundamental" para llegar a los objetivos marcados de descarbonización.
Pero quizá sería recomendable hacer una clase de repaso antes de seguir con el camino que tenemos por delante para resolver esos problemas y clarificar, como mínimo, la magnitud del reto. Las matemáticas no tienen la culpa, al contrario, nos pueden ayudar a todos.