Las tensiones laborales en Volkswagen han alcanzado un nuevo punto álgido con la convocatoria de huelgas de advertencia en nueve de sus diez fábricas en Alemania. La acción, organizada por el sindicato IG Metall, surge tras el estancamiento de las negociaciones sobre los planes de reducción de costes de la compañía, que incluyen cierres de plantas y despidos masivos, así como tras la expiración de la cláusula de paz social el pasado 1 de diciembre.

La planta principal de Wolfsburg, en Baja Sajonia, fue el epicentro de las protestas, con la participación de más de 35.000 empleados en un mitin liderado por la presidenta del comité de empresa, Daniela Cavallo, y el representante sindical Thorsten Gröger. Gröger criticó duramente la estrategia de la dirección, calificándola de “declaración de quiebra” y acusándola de carecer de visión para afrontar los retos futuros.

Cavallo, por su parte, instó a la dirección a hacer concesiones significativas en la próxima ronda de negociaciones, programada para el 9 de diciembre. “No sólo los trabajadores deben asumir los sacrificios, también el comité ejecutivo y los accionistas deben contribuir”, afirmó.

Extensión de las huelgas

Las huelgas de advertencia también se llevaron a cabo en Kassel, Hannover, Zwickau, Emden, Salzgitter, Braunschweig, Chemnitz y Dresde, movilizando a decenas de miles de trabajadores. Según IG Metall, los paros continuarán con actividades adicionales en los próximos días, si no se observan avances en las negociaciones.

El sindicato exige un aumento salarial del 7% y un suplemento de 170 euros para aprendices, además de la retirada de los planes de cierre de fábricas y despidos. IG Metall había propuesto un acuerdo para ahorrar 1.500 millones de euros en costes laborales a través de un fondo de solidaridad, pero Volkswagen rechazó la oferta sin presentar alternativas viables.

Gröger advirtió que la falta de avances podría llevar a un enfrentamiento prolongado, declarando: “Estamos preparados para llevar a cabo la huelga más dura en la historia de Volkswagen”. Con cerca de 120.000 empleados en Alemania, el resultado de este conflicto podría tener repercusiones significativas para el gigante automovilístico y el sector industrial del país.