El escándalo de la nevada de la AP6 ha destapado muchos problemas. Los miles de vehículos que pasaron la noche del Día de Reyes atrapados en la AP6 bajo una intensa nevada fueron víctimas de un grave problema de fondo: el modelo de concesión y explotación de las autopistas en España.
Frontón de responsabilidades por la AP6
Los miles de afectados exigen respuestas ante la tormenta perfecta en la que se unieron la inoperancia de las administraciones involucradas en la titularidad de la autopista, la gestión del tráfico y la supervisión de las infraestructuras viales, la respuesta descoordinada de la concesionaria Iberpistas (Abertis) y, también aunque no sea el motivo principal, cierta negligencia o torpeza de algunos conductores.
El día después del gran atasco del invierno se inició el típico frontón en el que las partes implicadas se pasan unas a otras la responsabilidad como si se tratara de una partida en la que no importa dar una respuesta a la altura de las circunstancias a los automovilistas bloqueados y a todo el país. Al final fueron los miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME), que aparecen en la foto de este post extraída de su perfil de Twitter, y los operarios de la autopista los que tuvieron que rescatar a los conductores bloqueados.
Versiones a la defensiva del bloqueo
El resumen de situación del escándalo vendría a ser este: la empresa concesionaria de la AP6 alega que puso los medios necesarios y que aplicó el protocolo previsto para nevadas que prevé máquinas quitanieves y levantar las barreras de peaje; el Ministerio de Fomento argumenta que también actuó según el protocolo con los medios humanos y materiales necesarios y pasa el marrón a Iberpistas; la Dirección General de Tráfico (DGT) secunda a Fomento y riñe a los conductores por circular sin cadenas o realizando maniobras imprudentes como adelantar a las quitanieves a pesar de los avisos de nevadas intensas. Pim, pam, pum. Se trata de versiones parciales y a la defensiva que ocultan el verdadero problema de fondo que ha destapado la trampa en que se convirtió la AP6.
Alta rentabilidad
La gestión de las autopistas es un negocio rentable para las grandes empresas que las explotan por delegación de las administraciones. Por ejemplo, Iberpistas ganó 65,3 millones en 2016 con una facturación de 149 millones, lo que da una rentabilidad impactante del 44% sobre los ingresos. En cambio, la política de inversiones de las concesionarias suele ser bastante rácana como demuestran numerosos tramos de autopistas degradados o con escaso mantenimiento. A menudo, las empresas supeditan las inversiones a compensaciones como subidas de tarifas o ampliación de los plazos de concesión para amortizarlas. No es nada sorprendente puesto que son empresas privadas con unos accionistas que buscan el máximo retorno del capital invertido.
Hacia un nuevo modelo para las autopistas
Pero tampoco es de extrañar la propuesta de Podemos de rescatar la gestión de las autopistas, que en muchos casos son infraestructuras maduras ya amortizadas con contratos de concesión que se acercan a su finalización. Más allá de apriorismos, el atasco por la nevada en la AP6 tiene que hacer reflexionar a las partes implicadas sobre la necesidad de revisar el actual modelo de concesiones de la gestión de las autopistas ante los síntomas de agotamiento que presenta.