La dirección del grupo francés PSA ha culminado la operación financiera de rescate. La inyección de capital de 3.000 millones de euros para evitar la quiebra del fabricante de Peugeot y Citroën tendrá un alto precio para la familia Peugeot: la pérdida de control de la compañía.
Una vez materializados los cambios en el accionariado de PSA, la familia Peugeot dejará de ser el primer accionista al reducir su participación a un 14%, el mismo porcentaje que tendrá el grupo chino Dongfeng y el Estado francés. Los herederos de Armand Peugeot se han visto obligados a ceder el testigo del consejo de administración de la empresa que fue familiar en sus orígenes.
De las informaciones de la prensa china se desprende que la entrada de Dongfeng equivale a decir: Ni Hao (hola) PSA, zaijian (adiós) monsieur Peugeot. El diario China Daily destacaba en la información sobre el pacto franco-chino que "termina el dominio de la empresa de la familia Peugeot. Dongfeng, el gobierno francés y la familia tendrán cada uno el mismo número de acciones y tienen los mismos derechos de voto en las juntas generales de la empresa".
Tal como se ha explicado en China, el pacto prevé la creación de una división propia para gestionar el importante crecimiento planificado en el gigante asiático, con un salto de unas 500.000 unidades vendidas en 2013 a 1,7 millones en 2020. La nueva PSA en China estará presidida por Dongfeng, que de hecho controlará el mercado más importante con diferencia del grupo en el futuro. Queda implícito que el Estado francés tutelará a PSA en sus operaciones occidentales, con lo que se convierte en accionista de referencia en las dos compañías automovilísticas de Francia al contar ya con una presencia significativa en Renault.
PSA, y su nuevo consejero delegado, Carlos Tavares, confían plenamente en China para sacar al grupo de un profundo bache que en 2013 comportó unas pérdidas de 2.320 millones, algo menos de la mitad que en 2012. La llamada a la puerta de su socio chino se ha producido tras el fracaso de una alianza con General Motors, que fue celebrada por todo lo alto, que se quedó en el terreno industrial al negarse la multinacional norteamericana a asumir nuevos riesgos en Europa con un desembolso como el que necesitaba PSA para evitar su quiebra.
La presencia de PSA en China se inició en los 90 con un acuerdo con Dongfeng para producir el Citroën ZX. Gracias a esta joint venture y a otras con fabricantes como Honda y Renault y a su marca china propia, Dongfeng se ha convertido en un gigante industrial que el año pasado ganó 1.270 millones de euros. Ahora quiere convertirse en una mezcla del león de Peugeot y el dragón chino. ¿Será una quimera?