El Salón del Automóvil de Shanghái ha vuelto a posicionarse como un termómetro clave de la industria global, y este año lo ha hecho dejando claro un mensaje: China lidera la nueva era del automóvil, impulsada por la electrificación, la conectividad y una feroz competencia tecnológica.
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Durante los diez días que dura la exposición —del 23 de abril al 2 de mayo— más de 70 fabricantes nacionales e internacionales están mostrando más de un centenar de modelos nuevos o renovados. Sin embargo, no son los grandes nombres tradicionales los que acaparan el protagonismo, sino las marcas locales como BYD, Geely, Xpeng o Zeekr, que exhiben su músculo innovador en diseño, tecnología y sistemas de conducción asistida con la prudencia de evitar la asociación con los coches 100% autónomos que acaba de prohibir el Gobierno de Pekín.
El Shanghai Auto Show se ha convertido, en plena guerra arancelaria, en un desafío a EEUU, donde esta semana también se celebra el Salón del Automóvil de Nueva York. Ahí no se puede ver ninguna de las marcas chinas en auge pero sí a las de EEUU junto a las europeas, japonesas y coreanas. La muestra de Nueva York reúne a una treintena de marcas.
Novedades de Xpeng en Shanghái
De la electrificación a la "smartificación"
China ya domina el mercado de vehículos eléctricos (EV), donde más de la mitad de los coches nuevos vendidos en el país son eléctricos o híbridos. Pero el nuevo campo de batalla ya no es sólo el tipo de propulsión: ahora es la inteligencia del vehículo. Funciones como la asistencia avanzada al conductor, el entretenimiento inmersivo o la conectividad total son los nuevos argumentos de venta en un mercado saturado y en rápida evolución.
BYD, por ejemplo, ha subido la apuesta al incluir su sistema de asistencia al conductor "God’s Eye" como estándar incluso en sus modelos más asequibles. Esta estrategia recuerda al movimiento que lo convirtió en líder del mercado: producir a gran escala para bajar costes y presionar a sus rivales. “Ahora se trata de lo que llamamos smartificación”, explica Bo Yu, analista de Jato Dynamics.
Novedades de Volkswagen en Shanghái
Seguridad bajo la lupa
La innovación va acompañada de controversia. Tras un accidente mortal en marzo con un Xiaomi SU7, los reguladores chinos han prohibido el uso de términos como “conducción autónoma” o “inteligente” en la publicidad, obligando a las marcas a replantear sus discursos y enfocar sus presentaciones con mayor cautela. Tesla, por ejemplo, retiró el nombre “Full Self Driving” (FSD) de su software en China y suspendió pruebas gratuitas de su sistema.
Huawei, ahora actor clave en el ecosistema automotriz chino, también ha lanzado campañas en el salón instando al uso responsable de sus sistemas. “La tecnología nos ayuda, pero la seguridad debe ser lo primero”, declaró la actriz Liu Yifei, embajadora de la marca Luxeed, durante una presentación.
Presentación de Geely en el Salón de Shanghai / X GEELY
Tesla pierde terreno
El fabricante estadounidense no participa oficialmente en el evento desde 2021, tras una protesta de clientes en una edición anterior, y ahora observa desde fuera cómo decenas de nuevos modelos compiten directamente con su Model Y. Según el analista Lei Xing, “no será solo un vehículo el que supere al Model Y; serán 12 o 13”.
Fabricantes como Xpeng, Zeekr presentan SUV eléctricos con mejor autonomía, conducción asistida avanzada y precios más bajos. Modelos como el G6 de Xpeng o el E6 de Zeekr apuntan directamente al corazón del segmento premium donde Tesla solía dominar. En cambio, Xiaomi optó por retrasar la presentación de su primer SUV, el YU7, después de un siniestor mortal con la berlina SU7.
Marcas extranjeras, a la defensiva
Volkswagen, Nissan, Toyota o Cadillac no se quedan de brazos cruzados, pero su presencia en Shanghái tiene un tono defensivo. La caída de ventas, especialmente entre los fabricantes japoneses, refleja una pérdida de relevancia frente a los ágiles competidores chinos. Ante esa situación, Toyota ha anunciado que tendrá su propia fábrica en China y Nissan también intensificará sus inversiones en el país vecino, el primer mercado automovilístico mundial.
Volkswagen presentó cinco nuevos modelos como contraataque en China, reconociendo la necesidad de adaptarse al ritmo local. GM apostó fuerte por Cadillac, con una línea completamente eléctrica, mientras Buick redujo su catálogo a la mitad para centrarse en modelos rentables. “Aquí, el contenido tecnológico y el precio mandan”, advirtió Matt Noone, ejecutivo de diseño de Buick.
La sombra de la guerra comercial entre China y Estados Unidos también se cierne sobre el evento. Aranceles cruzados y nuevas restricciones dificultan tanto la exportación como el abastecimiento de componentes. Marcas como Nissan ya no pueden exportar desde China a EEUU, y Tesla ha tenido que detener algunas importaciones clave.