Elon Musk no daba crédito a las imágenes de decenas de personas corriendo en estampida hacia la fábrica de Tesla de Berlín en una protesta organizada contra la ampliación de la planta. El consejero delegado de Tesla comentó las imágenes de forma intensa en su red social X, que todo el mundo conoce como Twitter. Como él mismo dijo, esta protesta tiene calado.
Pidió a la policía mano dura contra unos manifestantes que tachó de marionetas y de los que dijo que no los entendía al protestar solo contra Tesla, un fabricante de vehículos eléctricos, que están llamados a ser la solución para suprimir las emisiones contaminantes al menos durante la conducción.
"¿Por qué no los encarcelan?"
"¿Por qué la policía deja escapar tan fácilmente a los manifestantes de izquierda?", fue su reacción al ver los vídeos en los que unos agentes antidisturbios sobrepasados intentan dispersar a los activistas con cargas y lanzando espray de pimienta. "¿Por qué no los encarcelan por allanamiento de morada?", añadió Elon Musk sobre unos manifestantes que identificó como "de izquierda", mostrando así sin miramientos su propia inclinación política ya conocida claramente de derechas y que flirtea con personajes como el presidente de Argentina, Javier Milei.
Elon Musk ha hecho varias visitas a Berlín durante las obras y con la planta ya operativa. En una de ellas se vistió con un traje típico alemán e intentó marcarse unos pasos de baile. Aunque el directivo viva en su burbuja de emprendedor visionario, seguro que conoce las protestas que ha provocado en Alemania el fuerte impacto ambiental de la factoría, levantada sobre un antiguo bosque. Tanto Elon Musk como los fanáticos de los vehículos eléctricos saben que la fabricación de esos coches sí deja huella de carbono e impacta en el medio ambiente, como casi cualquier actividad productiva.
Puntos débiles de la movilidad eléctrica
En este caso, el fin no justifica los medios y Tesla, como cualquier empresa, tiene que ser muy cuidadosa con la repercusión de su actividad y la de sus proveedores. Desde las minas de litio hasta el reciclaje de las baterías y de sus vehículos pasando por las emisiones de los camiones que cada día entran y salen de sus instalaciones.
Está claro que el proyecto de la construcción de la fábrica de Tesla en Berlín no ha sido el más ecológico, al ignorar, por ejemplo, su instalación en otro lugar dedicado ya a la actividad industrial y que no hubiera requerido la destrucción de miles de árboles en 300 hectáreas de bosque con una parte de la comunidad local en contra por ese impacto y por el efecto sobre las reservas de agua de la zona.
Las protestas anti-Tesla de Berlín ponen de manifiesto los puntos débiles de la movilidad eléctrica, que tiene una base industrial compartida con el resto del sector, con los fabricantes de vehículos de combustión que tanto menosprecia Elon Musk. El directivo parece que se ha despertado de su sueño visionario con un baño de realidad. La pregunta ahora es si tomará nota o si se mantendrá en sus trece.