El jueves 5 de enero de 2023, en el vivac del Rally Dakar, en la localidad saudí de Hail, no había cabalgata de Reyes Magos, quizás porque se había ido a España. Lo que había era mucho frio y mucho barro. Las fuertes lluvias de los días anteriores habían dejado la arena convertida en un chapapote pegajoso y muy molesto.
En los boxes de Toyota se trabajaba sin descanso para poner a punto los coches para el día siguiente. No había privilegios, ni siquiera para la estrella, el catarí Nasser Al-Attiyah y su copiloto francés Mathieu Baumel, que en el coche 200 buscaban revalidar su triunfo en 2022. Entre los pilotos había confianza y tranquilidad pero en el equipo se percibía cierta molestia ante el pequeño ‘trato de favor’ de la organización a Audi, que llegaba con tres coches, pilotos de primer nivel, Carlos Sainz con Lucas Cruz y Stéphane Peterhansel con Edouard Boulanger. El tercero en liza, el de Mattias Ekström con Emil Bergkvist, fueron los únicos que terminaron, en la posición 14.
Sonido chirriante de los Audi
A dos días de la etapa de descanso, el equipo Toyota apostaba por su mecánica, pero miraba de reojo a las decenas de ingenieros que cuidaban los vehículos con tracción eléctrica generada por un motor de gasolina de sus rivales alemanes. El sonido de los Audi era especularmente chirriante, Carlos Sainz pilotaba con tapones en los oídos, como un piloto de MotoGp.
Sólo 24 y 48 horas después los Audi de las estrellas se quedaban fuera de juego por problemas mecánicos irresolubles y Nasser Al-Attiyah se dedicó a pasear hasta la meta, mientras el francés Sébastien Loeb (nueve veces campeón del mundo de WRC), que también se había pegado alguna chufa en la primera parte de la carrera más dura del mundo, terminaba segundo y liderando el mundial de rally raid (W2RC) al sumar más puntos incluso que el campeón de la carrera por haber ganado más etapas, siete, de ellas seis consecutivas.
Los expertos creen que Audi confió demasiado en sus ingenieros y poco en sus mecánicos, no hizo los ensayos que habrían sido necesarios y que no se volcó lo suficiente en adaptar el sofisticado vehículo al terreno sobre el que teñía que circular.
Mecánica fiable del Toyota ganador
Para Al-Attiyah ha sido su quinta victoria en el Dakar, la cuarta para su copiloto, y la tercera con Toyota. El piloto catarí juega en casa, más exactamente en el patio de atrás de su casa, pero en su terreno, donde una piedra oculta o un bache disimulado por el sol pueden romper la dirección o un eje y dejar a la más alta tecnología absolutamente detenida.
Más allá de las ciudades europeas volcadas en las 0 emisiones, en la mayor de los países de Oriente, Asia, África, América e incluso en la Europa del Este es necesario un vehículo resistente y sólido para llegar a hasta casa. Ahí es donde Toyota es fiable y consigue su liderazgo mundial. En Arabia, además, donde las carreteras tienen tres carriles perfectamente asfaltados, las casas están en el medio de la arena. Por suerte el litro de gasolina cuesta 50 céntimos de euro. Oliver Hoffmann, Director de Desarrollo Técnico de AUDI AG aseguró al final del Dakar, “sin duda alguna, volveremos en 2024”. Seguro que con una mecánica más sólida.