El último y largo viaje de la reina Isabel II hasta que sus restos descansen en la iglesia de San Jorge de Windsor ha sido un alarde de organización y de protocolo británico, aunque con un fallo clamoroso. En la caravana de automóviles icónicos británicos que formaban el cortejo fúnebre en los primeros días en Escocia se coló uno alemán. Junto a varios lujosos modelos de Rolls Royce, Bentley y Range Rover había un Mercedes Clase E adaptado como coche fúnebre con el ataúd de la Reina británica.
A simple vista, el coche mortuorio contratado por la familia real británica puede parecer fruto de un desliz o una descortesía al romper el más puro estilo británico de toda la organización de los actos fúnebres. Los trabajadores de la fábrica alemana de Sindelfingen, cerca de la sede central de la marca en Stuttgart, habrán visto con sorpresa cómo uno de los vehículos ensamblados por ellos transportaba los restos mortales de la reina británica.
El polémico Mercedes de la reina
El coche fúnebre alemán que se coló entre los modelos representativos del estilo 'british' fue adaptado por el carrocero alemán Binz International, que a su vez se lo vendió a la funeraria escocesa William Purves Funeral Directors. Según explica la empresa, llevaban años haciendo ensayos del cortejo fúnebre entre el palacio de Balmoral y Edimburgo, aunque la Casa Real pidió que se cambiara "el color de nuestro característico coche fúnebre Mercedes plateado a negro de acuerdo con el protocolo real".
La polémica fue más allá al recibir críticas por la visibilidad del logotipo de la funeraria en el vehículo. Poco después, el jefe de la funeraria, William Purves, tuvo que pedir disculpas y anunciar la retirada del logo de la empresa para no restar protagonismo a la reina. "Nunca hemos buscado obtener relaciones públicas de nuestra participación en el Palacio", aseguró Purves en un comunicado.
En el traslado del ataúd de la reina de Edimbrugo a Londres desapareció el Mercedes Clase E y se sustituyó por un Jaguar XJ fabricado en la factoría británica de Solihull. El estilo 'british'0 quedaba así restablecido en las exequias de la reina, que se había declarado como una gran usuaria de varios modelos del grupo Jaguar Land Rover, especialmente del Land Rover Defender clásico, que condujo hasta poco antes de morir.
Un Boeing y un carro de 1914
El traslado de Edimbrugo a Londres se llevó a cabo en un enorme avión del fabricante estadounidense Boeing, el modelo militar de carga C-17A Globemaster III de la Royal Air Force, preparado para transportar una carga de hasta 45.000 kilos de helicópteros y todo tipo de armamento y equipamiento para el Ejército británico pero que ese día llevó el solitario féretro de la monarca.
En el trayecto final hasta el palacio de Buckinham y en el funeral hasta Windsor, el ataúd de la reina Isabell II es trasladado en un carro de artillería de la Segunda Guerra Mundial escoltado por 110 caballos del regimiento real de artillería.