El vídeo no mató a la estrella de la radio. Al contrario, fue él el que desapareció. El equilibrio biológico regula los ecosistemas, quiera o no la intervención humana, el poderoso consumidor marca sus necesidades al margen de las empresas y los políticos. En el proceso de electrificación del transporte en Europa ha habido euforia absoluta, dudas razonables y ahora marcha atrás. Una tendencia que pone de relieve Auto Mobility Trends.
Artículo publicado en la revista del Barómetro Auto Mobility Trends
Entre el sentimiento de culpabilidad de algún fabricante y ciertas políticas ‘verdes’ sin mucho fundamento se cocinó una sopa un poco ácida que, sin análisis previo de impacto, necesidades, ni consecuencias decidió prohibir los motores térmicos en 2035 lanzándose en brazos de la electrificación sin plantearse otras alternativas.
Nueva religión de la batería extranjera
A todos sorprendió la sumisión de empresas que, durante un siglo y más, se habían esforzado en innovar, avanzar, sorprender y reducir la contaminación mientras acercaban la movilidad y la libertad al mundo. Todas se lanzaron con entusiasmo a la nueva religión de la batería extranjera y anunciaron el final de sus motores para la década de los 30 del siglo XXI. Las empresas bajaron la cabeza. Los consumidores no y apostaron por la eficiencia, la comodidad y la libertad.
El alto precio de los coches eléctricos y la desaparición de las ayudas en algunos países han hundido sus ventas en Europa. La inquietud llegó a Bruselas, que pisó el freno normativo, prolongando la Euro 7 y ha avisado que en 2027 ya verá cuando es el fin de los motores térmicos. Mientras, los movimientos geopolíticos han llevado a abrir el cajón del proteccionismo y los aranceles, pero parece que también sin analizar sus efectos.
Cansancio del consumidor
Mientras el consumidor, cansado y sin información, opta por lo práctico, la hibridación. Y ahí va detrás la oferta pisando el freno y engranando la marcha atrás. Tras haber comprometido unos 250.000 millones de euros en electrificación, la industria europea revisa sus estrategias.
Stellantis va a lanzar versiones térmicas de modelos que iban a ser sólo eléctricos y este año tendrá ya 30 híbridos. “Tal vez hubo demasiado optimismo en la industria y ahora hay más realismo”, reconocía Ola Källenius, CEO de Mercedes. Audi, Volvo o Ford también han frenado sus inversiones eléctricas. Luca de Meo, CEO de Renault y presidente de Acea, expresó su preocupación de que “mientras los americanos estimulan y los chinos planifican, los europeos sólo regulan”. Un peligro para el 8% de los trabajadores europeos que dependen del sector y el 8% del PIB además de los 102.000 millones de superávit.