El taxi vuelve a estar de huelga en España. No es una protesta para reclamar una subida de las tarifas o mejoras fiscales o en el precio del gasóleo. Al igual que en las movilizaciones de los últimos días, la huelga vuelve a tener como objetivo intentar frenar el avance de Uber y de otras empresas similares que ven como una amenaza. Se trata de una lucha muy desigual contra una tendencia encabezada por un gigante tecnológico valorado ya en 68.000 millones de dólares que flota en lo que muchos califican de burbuja. ¿Logrará la huelga convocada por el sector del taxi que pinche la burbuja de Uber?
¿Qué es Uber?
Los taxistas de Madrid, Barcelona y otras grandes ciudades españolas vuelven a exhibir su poder de convocatoria para paralizar un sector muy importante del transporte público. Hoy no hay taxi y los ciudadanos tienen que buscar otros medios de transporte alternativos, pero que no sean Uber ni Cabify porque no es el mejor día para robar clientes a los taxistas. No es la primera huelga y probablemente no será la última. El sector intenta aprovechar el oxígeno que suponen las últimas resoluciones judiciales que consideran a Uber como una empresa de transporte y no únicamente un operador o intermediario tecnológico, y por tanto tiene que someterse a la regulación de las empresas de transporte.
Una máquina de generar pérdidas
De hecho, el problema que supone la irrupción de alternativas al taxi comienza con la definición de Uber y otras empresas similares. Entre las descripciones de la compañía norteamericana se encuentra la de la empresa tecnológica, de transporte, de servicios de internet o de comercio electrónico. La firma sigue abriendo nuevas vías de negocio como la entrega a domicilio de comida o paquetes. Desde la creación de Uber en 2009, la compañía se ha convertido en un fenómeno en atracción de inversores privados en diferentes rondas, que han inflado su valoración hasta los 68.000 millones de dólares, pero también en una máquina de quemar recursos económicos para financiar su rápida expansión por cientos de ciudades en todo el mundo. Las pérdidas en 2016 alcanzaron los 2.800 millones de dólares con unos ingresos de 6.500 millones, según destaca el analista Marc Garrigasait en su blog.
¿Pinchará la burbuja?
Por tanto, la elevada rentabilidad de los inversores se basa en las expectativas de negocio del futuro. Con los números reales de Uber, otras empresas estarían ya en una situación de quiebra técnica insostenible. Por eso, para muchos analistas es evidente que Uber se sustenta en una burbuja que, como todas las burbujas, puede correr el riesgo de pinchar. Para los taxistas sería la mejor noticia, incluso mejor que las sentencias a favor de la justicia. Pero de momento, Uber, al igual que otras empresas de base tecnológica que ofrecen servicios por internet, cuenta con el respaldo de los grandes inversores, que son los que tienen la sartén por el mango. Su fundador y consejero delegado, Travis Kalanick, ha tenido que entonar el mea culpa por algunas salida de tono con alguno de sus conductores descontentos después de encadenar un a racha de malas noticias.