Ya lo tenemos todo listo para el potaje, o como decimos en Cataluña, para la escudella barrejada. Los caprichos de la democracia hacen que en algunas ocasiones no todo el mundo esté de acuerdo con el resultado de la mayoría.
Bueno, miento, en algunas ocasiones no, más bien nunca. Pero pese a ello seguimos apostando por ella, por la democracia. Y en esta apuesta nos encontramos ahora con un cambio de papeles en el Ayuntamiento de Barcelona y de rebote en las aspiraciones ideológicas, pragmáticas y económicas de la industria del motor. Daños 'Colauterales'. Uy, perdón. La llegada de Ada Colau y la desafortunada polémica abierta con las becas comedor y los Grandes Premios de F1, de motos, del congreso de móviles, de... (hasta el salón puede pillar) hace que todos debamos reflexionar sobre lo que queremos. Si dejamos de apostar por la primera industria de esta ciudad y sus alrededores (está Seat, Nissan, el Grupo Volkswagen tiene sede en Barcelona, además de los proveedores industriales que atienden a marcas y a los GP de F1 y motos) hallaremos probablemente el dinero para las becas comedor, sí, gran éxito social, aunque por otro lado pasaremos a aumentar las cifras del paro provocado por la reducción de las inversiones en el mundo del motor.
Luego pasará lo de las bicis, que pasará, y lo de limitar los coches particulares, y lo de la movilidad sostenible, y lo de... Seguro que habrá frentes. Muchos. Pero seguro que habrá uno que no desaparecerá: el de la grúa.