Tal como sucedió hace dos años, el futuro del sector del automóvil se decidirá en una cumbre de mantel. En el menú se encuentra como plato principal la renovación o revisión del pacto de hierro sellado por Mariano Rajoy y los directivos del sector en el 2013. Y de primero y postre otros asuntos que preocupan al lobby automovilístico, como los amenazadores expedientes por prácticas que vulneran la competencia.
Todo está a punto para que el presidente del Gobierno comparta almuerzo con lo más nutrido del empresariado de la automoción española el viernes, unas horas antes de la inauguración oficial del Salón de Barcelona y también unas horas antes de que Rajoy participe en el primer mitin de la campaña de las elecciones municipales. En ese marco y en ese contexto idóneos, el sector vuelve a esperar mucho de Rajoy. Hace dos años, el presidente dio su palabra de que el Gobierno apoyaría al sector con planes Pive hasta que fuera necesario. El dilema es si ese momento de inflexión ha llegado.
El consenso es que el Pive siga, aunque con una reducción de la ayuda de 2.000 euros a 1.500. El sector tiene a su favor que ha respondido con inversiones millonarias con nuevos modelos para las fábricas españolas y que los concesionarios ya están saliendo del túnel. Todo eso son también argumentos que Rajoy no dudará en utilizar en esta campaña electoral y en la de las elecciones generales dentro de su estrategia para pasar página de la crisis.
Pero el sector tiene alguna mácula en su expediente. La capacidad de Rajoy para frenar o suavizar los expedientes de la Comisión de Mercados parece limitada teniendo en cuenta el historial del organismo, por lo que la solución a las multas millonarias no puede venir del Gobierno. Pero es verdad que si se mantiene el Pive y las subvenciones a las inversiones industriales, pueden ser más llevaderas.
